El vino de Mas de las Matas.
Mi buen amigo Mariano Sorribas,
insaciable lector e investigador, nos habló hace años de la antigua fama del
vino de Mas de las Matas. No nos dijo la fuente en la que había leído que se encontraba
entre los mejores de las tierras levantinas de España y tendremos que seguir
investigando. Quizá lo dedujo de alguna de sus lecturas en el Reino de
Valencia, donde nuestro vino era muy apreciado. Esa afirmación, a la luz de las
condiciones que reúne el pueblo para producirlo, no parece desencaminada. Las
tierras de labor en que se cultiva la viña son muy apropiadas para obtener
buenos caldos. Están formadas por depósitos terciarios, oligocenos y miocenos.
El pueblo se enclava en la depresión a la que da nombre y que constituye una
cubeta de contacto entre la cuenca del Ebro y los montes Ibéricos, con un
relieve llano, interrumpido tan solo por algunas cañadas y pequeños montes.
Está surcado por los cauces de los ríos Guadalope y Bergantes. En las alturas montañosas que la rodean, afloran
materiales mas antiguos que, por erosión y mediante
las aguas de arroyada, se van arrastrando dispersos y depositándose en la
tierra de labor. El relieve que modelan, es un relieve de glacis con una
composición, en gran parte, de suelos arcillosos, fuertes, grasos y húmedos.
Predomina la arcilla plástica hasta llegar en algunos sitios a un 40 o 50 por
ciento e interviene también la arena silícea, la cal, magnesia, sustancias
orgánicas y ácido carbónico. En el antiguo tratado sobre la provincia de Teruel
de D. Juan Vilanova y Piera
(1863), se dice: “La tierra de Mas de las Matas, es local, pues todos sus
materiales se encuentran en los terrenos jurásico, cretácico, terciario y
diluvial que allí existen, circunstancia que determina de un modo notable la
justa proporción entres sus principales elementos” y, añade mas
adelante: “se cria en abundancia y con buen éxito la
vid”. En 1845, Pascual Madoz en el ya célebre diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar,
describe el pueblo que esta “en medio de una llanura rodeada de altas montañas,
con un hermoso viñedo a la parte del Este...”.
La
climatología acompaña por su situación privilegiada. Los montes circundantes
permiten mantener en el valle y en el relieve de glacis, un microclima especial
con grado de humedad adecuado y, aunque se producen en alguna temporada heladas
tardías, estas no afectan al desarrollo de la viña. El clima es mediterráneo y
se localiza en la región cálido-templada de Teruel. La barrera del Maestrazgo
que le separa del mar, le imprime sus peculiaridades haciéndolo menos árido que
el Bajo Aragón del noroeste. Las precipitaciones anuales oscilan entre 400 y
500 litros por metro cuadrado y se
distribuyen entre primavera y otoño. Las temperaturas son moderadas
debido a la proximidad al mar y a la escasa altitud (el pueblo esta a 496 m sobre el nivel del mar). La media anual gira
en torno a los 15 grados.
Las
distintas culturas agrícolas que se asentaron en lo que hoy es Mas de las
Matas, cultivaron la vid. Con los romanos se extendió su cultivo, pues eran
amantes de los vinos ibéricos. España era y es una gran productora e invadía el
mercado italiano. Los visigodos lo protegieron y luego declinó con la invasión
musulmana, pero no se extinguió. La prohibición del alcohol en su religión, era
para condenar la ebriedad, no el vino. Consumían las uvas, a veces en forma de
pasa y, algunos musulmanes laxos, lo bebían. Además, los mozárabes y judíos,
tenían derecho a utilizarlo. Entre los cristianos, aparte de alimento, ha
tenido siempre carácter sagrado en la Eucaristía. Ya en tiempos medievales, las
cartas de población dan cuenta de los cultivos que había en las tierras
conquistadas a los moros. En marzo de
1291, D. Artal de Alagón y su mujer Dña. Teresa
Pérez, otorgan carta de población a la Ginebrosa, fijando los términos del
lugar y las tributaciones y
demás condiciones a que deberían atenerse los pobladores: “Y que seadeis tenidos de dar décimos y primicias, la cual décima dederis y primicia de los panes, en las heras;
del vino, en las viñas, ...”. Poco mas adelante,
cuando D. Artal permuta La Ginebrosa, Camarón y Buñol con la orden del
Temple por La Zaida, Belloc y otros bienes, lo
hace con “... viñas, huertas, tierras cultas e incultas, ….” y “ … el censo de
un cahíz de trigo y un cahíz de ordio y una metreta
de vino que se debe dar cada año en la fiesta de San Miguel al obispo de
Zaragoza … “. La metreta era una medida usada por los griegos y después por los
romanos y equivalía a 12 congios que a su vez eran la octava parte de un ánfora
romana, es decir unos tres litros. Años antes, en febrero de 1176, cuando Alfonso II conquistaba estas tierras
del río Guadalope, Español de Castellot entregaba el
lugar de Nocito, aguas arriba de Castellote y Mas de
la Matas para repoblar “ad populandum” y en el
documento nombra “casales, terra, ortos et vineas, aquas et silvas, …“. Como
arriendo al Comendador de la vega de Camarón a principios del siglo XVI, se le
había de pagar cada año por cada quiñón, un cahíz de trigo y el noveno de una
serie de productos, entre ellos “el vino, los frutos y el zafrán”.
La
vicaría perpetua asociada a la iglesia, erigida en Parroquial en 1545, mantenía
la renta de los orígenes que adjudicaba
una metreta de vino, y que luego se tradujo en 4
cahíces de trigo y 4 nietros de vino (el nietro equivale a 16 cántaros o a unos
256 litros), que pagaban por mitad el lugar y el Camarero de la Seo de
Zaragoza. Esta obligación, aparece consignada en sucesivas visitas pastorales
hasta finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, en que se elimina, con
la desamortización de los bienes de la Iglesia. Se ha de tener en cuenta que a
finales del XVIII, se producían en el pueblo unos 12.000 cántaros que se pagaban
a unos 4 reales de vellón y algunos años después, en 1844, hay constancia de una producción
de 9.000 arrobas o cántaros de vino en Mas de las Matas. Durante la segunda mitad del XIX, las plagas del oídio, el
mildiu y la filoxera, diezmaron mucho las cosechas.
El reverendo D. Agustín Gil Domingo, en varios boletines
“Mas de las Matas”, hizo unos estudios minuciosos de documentos del Archivo
Diocesano de Zaragoza (ADZ) y de otras fuentes documentales relacionadas con la
historia del pueblo. Entre ellos, los manuscritos del notario Jacinto Molinos
de 1630 a 1646. Son escrituras de compraventa, capitulaciones matrimoniales,
testamentos, etc., en los que aparecen en numerosas ocasiones partidas de viña,
como “los Saltos”, “los Villares” o “los Carrascales”. Entre los documentos del
Archivo (ADZ), estudia la institución de capellanía de Santa Flora por Mosén
Diego Sanz en 1675, que la funda con una serie de bienes, que incluyen: una
heredad plantada de cepas en “el Terradillo” de valor
estimado en 400 libras jaquesas, que podría rentar 30 cada año; además, una
viña en “la Vega”, junto al camino de Castellote, de valor 200 libras y 15 de
arriendo, en la que se cogen 8 cargas de uvas; y otras dos: una en “las Peñas”
y otra en “el Secano”, valoradas en 200 libras y renta de 15, en las que se
cogían cada año 30 cargas de uva. En 1788, 10 cántaros de vino blanco del
beneficio curado se pagaban a 10 sueldos cada uno, representando el total 5
libras jaquesas. También aporta los datos de producción de vino y otros productos,
para una serie incompleta de años que van desde 1734 a 1835. Estan sacados de los libros de cuartación.
Se evidencia una importante bajada de producción en el tercer cuarto del siglo
XVIII y en la primera mitad del XIX.
Desde
la última parte del siglo XVIII, fue disminuyendo el cultivo de viña en nuestra
tierra, en beneficio del olivo, que era mas rentable.
Pero un siglo mas tarde, la extensión de la filoxera
por Europa (1882-1892) provoca un nuevo auge del vino español y nuevas
plantaciones entre 1889 y 1895. La provincia de Teruel cultivaba unas 48.000
Has de viña en 1879. Desgraciadamente, con algún retraso, llegó también la
enfermedad a España donde alcanzó su mayor virulencia en los años que van desde
1905 a 1915. Se arrancaron gran cantidad de plantaciones. Se calcula que en la
provincia turolense hubo un periodo en que se arrancaban unas 2.600 Has
anuales. En 1922, tan solo habían cultivadas unas 12.000 Has. La recuperación
parcial del cultivo tuvo lugar años mas tarde, hacia
1939. El impacto que tuvo la filoxera en el Mas lo atestigua D. Tomás Castañer
en “el Masino” número 90, al relatar la tradición de la fiesta de San Antonio.
La antigua viña llegó a desaparecer y, según su testimonio, en 1915 se formó
una sociedad llamada “El Orujo”, siendo uno de los motivos de su fundación el
abastecer de vino al pueblo. Este se traía en carros desde Gandesa
y Corbera.
La
elaboración del vino en Mas de las Matas se venía haciendo en la forma
tradicional, por cada familia campesina, hasta la creación de la Sección Bodega
de la Cooperativa en los años 60 del pasado siglo. En casi todas las casas había, y en muchas
aun persiste, una bodega con los toneles, cubas y trujales para almacenarlo.
Este producto era para auto consumo y venta de los excedentes. Aun recuerdo el
comercio del vino con los tratantes que venían de muchos lugares, especialmente
de los pueblos valencianos o los de la sierra de Teruel, donde la producción
era muy escasa. Esto último, nos lo narraba en un delicioso artículo que
apareció en los programas de fiestas y en “El Masino”, Manuel Fabregat. Fue
comercio que se truncó en los años de la postguerra por el peligro de los
maquis y las restricciones y controles en los desplazamientos. Los viejos le
contaban que venían a proveerse a Mas de las Matas por la calidad y la fama del
vino y que después de probarlo en varias bodegas, donde había mucho que elegir,
acababan comprando el primero que les ofrecían. El mismo posadero, a veces el
tío Chapa, les acompañaba a las casas a
comprar la mercancía. Frecuentemente intercambian los productos masinos por
otros productos de la sierra que traían en recuas de mulos y se llevaban el
vino en botos, odres o pellejos. Venían de Ababuj, Aguilar, El Pobo, Camarillas, Cedrillas,
Monteagudo y Jorcas. Los pueblos
valencianos de la comarca de Morella, arrancaron sus viñedos a principios del
siglo XX y ya no se volvieron a replantar, por lo que tenían necesidad de
proveerse en la comarca bajoaragonesa. Zorita había
llegado a producir 9.000 cántaros y Forcall 6.000.
Con
la creación de la Bodega Cooperativa, los sistemas de producción sufrieron una
transformación crucial. Moderna maquinaria, grandes depósitos para
almacenamiento, tratamiento químico del producto y mezcla en años de escasez
con vino de la Mancha o de otros lugares para garantizar el aprovisionamiento a
los clientes. No se llegó a embotellar. Se adaptó la gradación del caldo a las
características del mercado. Se hacían vinos de unos 12 a 13,5 grados
(anteriormente, las plantaciones de garnacha los daban de 15 a 18 grados).
Quedaron unos pocos agricultores fuera de la cooperativa que, por ser grandes
productores, siguieron elaborándose su propio vino, como: las familias Añón Cano o Perdiguer Aguilar, que conseguían una gran
calidad y obtenían distintas variedades, incluso vinos espumosos o dulces.
La
entrada de España en la Comunidad Europea en 1985, obligó a racionalizar la
producción y la extensión de los cultivos. Las directrices y las ayudas y
subvenciones que emanaban de las instituciones europeas en los años 1988 -
1990, hicieron que los campesinos se plantearan abandonar las viñas. Se
incentivó económicamente el arrancarlas y muchos labradores se acogieron a los
incentivos. Pocos vinateros quedaron, pese a las
buenas tierras para la vid como: las del Herrero, los Llanos, las Tozas, Anduch, las Escolanas, las Terraceras, el Barranco de San Juan, las Pedrizas o los
Camarones, entre otras, y los buenos caldos que resultaban de la conjunción con
variedades selectas. El duro trabajo en la viña: labrar, “esbordar”,
vendimiar, etc. y la falta de gente joven para continuar la labor, hicieron que la decisión se tomara sin muchas
cavilaciones. La provincia de Teruel que cultivaba unas 19.000 Has en 1988,
pasó a 3.900 en 2005 con una producción de alrededor de 60.000 Hls. En el Mas de las Matas, donde en numerosas partidas se
veía verdear un mar de viñas, ahora se ven tan solo los tonos ocres y los
sembrados de cereal. Por los años 50 del siglo pasado, se llegaban a obtener mas de 10.000 Hl de vino de unas 1.300 Tm de uva. La
Cooperativa contaba con 229 socios en 1979 y una producción de 5.250 Hl a
partir de 750 Tm de uva. En Mas de las Matas se cultivaban 389 Has de viñedo
que rendían unos 3.000 Kg/Ha. Según el “Diccionario
Geográfico de España” de 1960, se habían obtenido producciones de hasta 45 Qm/Ha. La bodega Cooperativa se fue al traste con la entrada
en el Mercado Común Europeo. Actualmente
ya no funciona y la producción es testimonial. Yendo hacia Alcorisa, se ve una pequeña viña,
señera, testigo de de épocas mejores.
Un
ambicioso proyecto privado para revitalizar el cultivo esta
empezando a arrancar: “Tierramaestrazgo”. Se han
plantado 23 Has de
fincas con 26.000 cepas de las variedades Garnacha Blanca, Garnacha Negra,
Mazuelo, Cabernet Sauvignon y Chardonnay
y 450 olivos de la variedad empeltre. Le caracterizan el empleo de las mas modernas técnicas de selección,de
plantación y de laboreo.
Una
importante industria derivada de la producción de vino floreció a lo largo del
siglo XX y murió con el declive de la vid en Mas de las Matas. Fue la fábrica
de alcoholes a partir de la brisa (el hollejo u orujo de la uva) y del vino de mala calidad, que era de D.
Emiliano Andrés y daba cuenta del gran papel que desempeñaba en la economía masina todo lo relacionado con la viña, la vid y el vino.
La tradición de esta industria, ya provenía del siglo anterior. En el año 1888,
hay constancia de que en el pueblo había dos alambiques de 180 litros, el de D.
Manuel Andrés Moliner, en la calle Arrabal y el de la viuda de D. Mariano
Sancho en la calle de la Palanqueta. Mas de las Matas, junto con Muniesa, fueron pioneros al instalar las primeras
destilerías que hubo en la provincia de Teruel.
Algo
debieron influir los excelentes productos
del Mas en la fama de la fonda del "Tío Chapa" que era
propiedad de D. Joaquín Rocafull y su mujer Doña
Pilar Lecha. El prestigio de la fonda, su comida y buen vino, se extendía por
todo Aragón y por muchos lugares de España y el extranjero, pues en ella
recalaban viajantes, viajeros y tratantes. Podría aplicárseles aquel dicho que
reza “con pan y vino se anda el camino”. Y de la fonda salían bien preparados
para recorrer los caminos, tanto las personas, como las caballerías.
El
vino, que antaño era uno de los alimentos básicos, hoy ha pasado a segundo
plano. Diversas bebidas enlatadas o embotelladas, le hacen la competencia en
los estantes de los supermercados. Probablemente, las enfermedades que hoy
están casi erradicadas y que provenían de las malas condiciones del agua, cómo
el cólera, eran la causa de esa necesidad de incluirlo siempre en la
alimentación humana. Pero, no obstante, sigue conservando la primacía entre las
bebidas habituales para muchas personas y, además, el vino de calidad tiene un
precio elevado y es un signo de distinción social y cultural, cómo lo fue en la
Roma antigua hasta que paso a ser una bebida democrática.
Ricardo
Martín Mir
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