Paseando entre riachuelos hacia los Baños en Dos Torres de Mercader

Edurne Guevara

Una tarde apacible a principios de Septiembre. De repente, unas nubes grisáceas que amenazan truenos…unas escasas gotas que no van a ninguna parte, pero nos animamos y nos dirigimos a Dos Torres de Mercader. Paseamos por el pueblo, vemos a varias mujeres con sus faenas….otras que van a pasear o que se sientan a descansar de los pasos de la vida con un perro un poco cascarrabias… mucho ruido y pocas nueces o si lo prefieren: perro ladrador poco mordedor.

Nos encaminamos hacia la senda que conduce a Los Baños. Una maravilla llena de aguas que discurren por acequias o riachuelos que se van formando al compás de las lluvias y de la libertad de las aguas. La senda está inmersa entre verdes que se entrelazan conformando una especie de puzzle… mientras tanto unas rocas, cada vez más libertinas nos abrazan estrechándonos… las rocas están tatuadas de aguas que han bajado, algunas recientes… negros preñados de humedad, musgos, verdes de hierbas de nombres desconocidos, hiedras, enredadoras… aguas estancadas y otras que sobresalen con chorros a manera de fuentes o como surgencias… llegamos al final: una especie de cueva oscura que repica agua de quien sabe dónde… Entonces, la lluvia nos moja la piel sofocada por el calor de un día de espesa calima… me siento a gusto y me desagrada tener que desandar la senda y no por la senda que merece subir y bajarla… sino porque pronto terminará esta caminata corta, pero bella… muy bella… me recuerda un poco a la subida al Ermitorio del Pilar desde Luco de Bordón por un barranquillo especial y escurridizo.

Esta senda parece dibujada para los duendes, para elfos, para seres de fábulas y leyendas… aquí se te abren las inspiraciones de todas las artes que se combinan en las mentes y te apetece seguir en la brecha de esta senda que es la vida… parece mentira que en nuestro rincón de País de Cazarabet tengamos estos tesoros que, a menudo, nos son desconocidos… y que nos demos con la frente en la pared por no poder viajar a la otra parte del mundo…

Nuestro País de Cazarabet vale la pena… nuestro rincón tiene excelentes tesoros tan desconocidos como inolvidables.