Mariano Sorribas. Biografía apasionada
Ricardo Martín

En plena madurez, 64 años, cuando la vida es aún horizonte y lejanía, se nos ha ido Mariano. Mirando atrás, aparecen difuminados aquellos años escolares. D. Felipe, D. Fernando, D. Alfredo. La enseñanza rigurosa, austera, sin concesiones al desánimo. Recitando a coro la Enciclopedia en los duros pupitres de la clase. Mas tarde, él mismo, maestro de maestros, profesor de Instituto largos años: Játiva, Puerto de Sagunto, Valencia. Inculcando a sus alumnos el saber iniciático de la Gramática y la Literatura. Con la raíz profunda en la tierra que abonaron sus maestros de Mas de las Matas. Y embebiéndose en la sabiduría del genial humanista masino, el Padre Benito Feliú. ¡Cuántos desvelos e investigaciones tras su huella!.

Los años tan fecundos del Seminario de Teruel. Su juventud, nuestra juventud, el despertar de nuestras inquietudes e ilusiones. Desde allí, espacio sosegado en el que germinaron nuestros primeros escarceos culturales, irradiaron aquellos periódicos ciclostilados que nos unían en la distancia. “Trebol”, “Cosas” del Club Las Cazuelas, ..., que él mismo diseccionaría mas adelante en el Boletín del GEMA. Y la búsqueda incesante de nuestra historia como pueblo masino: el Padre Faci, Santa Flora, Camarón. Y de nuestra idiosincrasia, reflejada por ese espejo roto en mil añicos que nos presenta otras tantas facetas de nuestro ser colectivo, de nuestras costumbres y tradiciones, los dichos y consejos, el habla, la religiosidad.

De Italia, aquel tiempo que le cambió la vida y el estilo, trajo su espíritu erudito y acrecentó su amistad con el arte y los libros. Esos libros que fueron siempre sus mejores amigos. Escudriñando en ellos hasta lo mas recóndito y descubriendo cosas insospechadas que los demás éramos incapaces de ver. Hasta su última hora, los libros. Embarcado en empresas, a veces efímeras, de muy diversa índole. Pero, las que le fueron más queridas, siempre estuvieron relacionadas con el arte y los libros. Galerías de arte, librerías, editoriales.

A su lado, Pili, una gran mujer, y sus hijos, en los que dejó su vida y sus anhelos. Luchando por ellos desde las asociaciones que promovió y dirigió. Un gran servicio hacia los discapacitados desde la Cooperativa Koynos.

En el recuerdo, su ideación e impulso de los grandes proyectos lúdico-culturales de Mas de las Matas. Aquel día de fiestas, disparando a bocajarro desde el escenario de la Plaza de la Iglesia abarrotada: “Hay que restaurar Santa Flora”. Y casi a la vez, la fundación del GEMA en una mesa del bar con cuatro o cinco amigos. Y las cartas. Y las idas y venidas, y las vueltas y revueltas del camino hacia lo mejor de nosotros mismos. “Amigos de Santa Flora”. Poco dinero y mucha ilusión. Juan Lej, maestro de obras y un puñado de entusiastas. Revistas, cenas, reuniones, ideas, pocos apoyos institucionales. Y luego, todo el pueblo volcado en un proyecto ilusionante que nació de lo más profundo del espíritu masino, de su religiosidad desatada.

El Grupo de Estudios Masinos, fue el cauce a sus desbordantes ansias culturales y a su masinidad. ¡Cuantos proyectos habrán muerto con Mariano!. Hasta última hora, con sus luces y sombras, con sus satisfacciones y sinsabores. Los enfrentamientos pasados, sabía olvidarlos como nadie: “Ha sido a causa de un mal sueño”, decía, y seguía adelante. “El masino ausente”. Exposiciones. “Pintura rápida”. Sus amigos valencianos, artistas e intelectuales que colaboraron con nosotros. Aún tenía pendiente ver realizada su obsesión por la restauración de Santa Bárbara.

Seguramente faltarán muchas cosas, porque su personalidad poliédrica era difícil de encasillar en una línea recta. Nos faltará Mariano.