40 años no son nada

José Manuel Pastor

El pasado diecisiete de julio se celebraba en nuestro pueblo una nueva reunión de jóvenes cuarenteañeros siguiendo la tradición que desde hace unos años se mantiene en nuestra localidad. A diferencia de las ediciones anteriores y sin conocimiento de las que están por llegar, este año la quinta que lo celebraba tenía un motivo que lo hacía más atractivo, y es que cuesta recordar una quinta en nuestro pueblo que haya estado más dispersa. El motivo de dicha segregación, la verdad, ni siquiera los protagonistas de este encuentro lo conocen, lo que si tienen claro es que no fue por diferencias irreconciliables, ni porque fuesen todos así de especiales, simplemente sucedió así.

Cuando yo contaba en el pueblo que íbamos a celebrar la fiesta de los 40, todos me hacían la misma pregunta:

-¿Quiénes son de tu quinta?.

-La quinta del Monforte, la Dorita, la Tuli, la Figols, el Sales,…

-¿Esos tienen cuarenta años?. Pues si tú pareces más viejo.

-¿Y qué tal tu familia?- replicaba yo,- ¿Aún viven?.

La verdad es que es difícil identificarnos ya que al estar tan dispersos a la gente le cuesta buscar un vinculo de unión entre la mayoría de los que formamos parte del nacimiento de los 70, yo pienso que como nacimos en una época “hippie” ayudó a que fuésemos a nuestra bola, y aunque algunos en algún momento pudiésemos coincidir en alguna cuadrilla, la verdad es que se podía considerar como algo mas anecdótico que provocado. Por ello, nuestro encuentro lo hace un poco más especial que quizás otras quintas pasadas que han tenido un contacto más asiduo.

Todo empezó un día en el que Merche Añon me soltó de sopetón, sin más pan ni más cebolla:

-Bueno, José Manuel, nos tocará celebrar la fiesta de los 40, ¿no te parece?.

-Si…-dije yo, sin saber aún muy bien a lo que estaba contestando.

Lo primero que me vino a la cabeza es como contactar con personas que llevaban años sin tener una relación directa ni con el pueblo ni con nosotros, alguno la friolera de casi veinte años. Lo segundo que me planteé es cómo reaccionaría la gente ante la proposición de juntarnos después de tanto tiempo y tan poca relación, poco más con la mayoría que la de mera cortesía del saludo. Sin lugar a dudas, esto si que parecía una Misión Imposible, y no las chorradas de Tom Cruise.

De inmediato se puso en marcha el boca a boca (no de la manera que estáis pensando), se quemaron varios móviles en continuas llamadas, y pudimos comprobar la gran ilusión que hacía a todos reunirse en esta fiesta cuarenteañera. Ante tal expectación, el éxito estaba asegurado de antemano. Pero aún dimos un paso más allá, no parecía correcto contar solo con aquellos con los que habíamos compartido pupitre, aprobados y supensos en el colegio Valero Serrano, sino también con todos aquellos que viven en nuestra localidad y cumplen esta edad, y aquellos que están vinculados a la misma o a nosotros por diversos motivos, así que como se suele decir en estos casos, si ya no éramos pocos, parió la abuela.

Como pasa en estos casos, a última hora tuvimos alguna baja sensible inesperada, (a Jacinto Monguilod lo voy a espabilar yo, esto no se hace hombre), pero todos nos dieron constancia de la gran ilusión que les hizo que después de tanto que ha llovido, contásemos con ellos, que a pesar del tiempo transcurrido todavía les recordamos y que a la próxima fiesta que montemos, no piensan fallar. Por supuesto que no, el cupo de excusas ha finalizado.

-No voy a poder ir, estoy en el hospital. Esta noche voy a ser padre.

-¿Y que?. Mañana seguirás siendo padre digo yo, padre con resaca, pero padre al fin y al cabo.

Paradojas de la vida, la fiesta que teníamos pensada hacerla el veinticuatro de julio, por diversos motivos nos vimos obligados a adelantarla y mira por donde, coincidió con Interpeñas, así que si ya estábamos predispuestos a tener una gran noche de contacto (que no de la manera que estáis pensando, coñe), este hecho terminó de adornar nuestro particular evento. Comencemos la fiesta a las nueve de la tarde, y finalizaba a una hora prudencial, hay que reconocer que ya no tenemos edad para acudir a casa al día siguiente a la hora de comer. Desde aquí queremos agradecer todos las primeras cervecitas de entonación en el Bar de la Plaza, la suculenta cena en el Bar Abrevadero (un nombre muy apropiado para la ocasión), la paciencia en el Pub AC 14 y Bar La COPE, sirviéndonos una treintena de cubatas por ronda, cámbiame éste y ponme aquel, así como el copioso desayuno en este último bar elaborado por un improvisado chef. También la paciencia de las camareras de la barra del baile fue puesta a prueba durante altas horas de la noche soleada, porque en nuestro pueblo sale el sol antes de ir a dormir, y en especial de parte de la quinta a Joaquín Tolós por hacer de tesorero oficial del reino, y en definitiva, a todo aquel que nos ayudó a que pasaramos una gran noche. Por cierto, con nuestra participación en el baile de Interpeñas quedó bastante claro quienes celebrábamos los cuarenta años, y al día siguiente ya nadie me preguntaba quienes eran de mi quinta.

A todos que estuvieron en esta mágica noche, a quienes quisieron estar y no pudieron venir, a todos a quienes les ilusionó desde el primer momento la propuesta, a todos, gracias. Gracias de parte de todos a cada uno, para mí sin duda ésta fue la mejor noche de todo el verano, espero que no sea irrepetible. Aquí queda para el recuerdo la foto de nuestra escolarización, la foto actual de nuestro encuentro no la podemos ofrecer en EL MASINO por temas de derechos de imagen (el Folch y el Segura que se pone unos precios...) y aunque en esta foto no están todos los que son, si que son todos los que están. Un saludo, y hasta cuando queráis volver a cenar.