Ya me encontraba yo trabajando en Teruel, después de un corto periplo laboral
en Mas de las Matas, cuando cierto día apareció por la oficina un nuevo colega
de profesión que venía destinado a Mas de las Matas, y que procedía de una gran
urbe de las tierras levantinas.
Tras los saludos de rigor me interrogó: Pepe, en un pueblo como éste, ¿qué se
hace?. Ante esta pregunta que no esperaba y que nunca antes me habían hecho,
rascándome la cabeza, con la autoridad que me otorgaba mi corta experiencia
adquirida en zonas rurales, y con lo que nos gusta dar consejos a los de esta
tierra, le dije: En este pueblo, como en otros de esta bendita provincia, lo que
hay que hacer es vivir, dejar vivir y hacer pueblo, y además
llevar a cabo tu trabajo de la mejor manera posible; y te aseguro que se puede
hacer, sólo tienes que conciliar y manejar la muleta como un buen torero. En el
Mas encontrarás buena gente y agradecida, con las preocupaciones del trabajo y
de sacar adelante a la familia.
Pasaron los meses y llegó el agosto, y con agosto las fiestas del pueblo.
Jueves, hora de colocar los carros en la plaza, y allí estaban los de la Pacheca
con el remolque “palante y patrás”, y yo con ellos, cuando veo al colega de
profesión colocando el vallado para las vacas, y le digo ¡¡Pero que haces!!, y
me dice… ¡¡Haciendo pueblo!! ¡¡Haciendo pueblo!!
Antes y después de este colega, otros muchos han pasado por el Mas “Haciendo
pueblo” y se les recuerda, y cuentan que uno llegó a estar más de treinta años
con este lema por bandera, aún vive y lo puede contar, además se llama como yo y
se le puede ver a menudo paseando por las calles del pueblo.