Límites
Jesús Timoneda

Sería conveniente y positivo que, de vez en cuando, recordásemos aquello: «No hay límites, sólo son la expresión de nuestro pensamiento, y por eso precisamente se pueden eliminar.»

Lo más fácil, lo más cómodo, es seguir la corriente, no nadar contra ella. Vivimos en un sistema establecido de leyes, normas, acuerdos, costumbres, ideas, compartido por millones de personas. Eso hace posible que nos sintamos más seguros, protegidos, acompañados, que no corramos riesgos, porque pensamos que todas las cosas han sido probadas antes por mucha gente, todo lo cual nos ofrece seguridad y no complicarnos la vida. No obstante son los límites que han marcado otras personas, en otros lugares y otros tiempos. No son nuestros límites, son los límites de otros.

Todo esto puede estar bien durante un tiempo, puede servirnos, pero llega un momento en que hace crisis, en que ya no nos parece bien. Entonces buscamos otros horizontes, miramos más lejos, empezamos a cuestionarnos muchos temas, muchas ideas, nos preguntamos el por qué. A partir de ese instante ya nada vuelve a ser como antes, ni las lecturas, ni las aficiones, ni las actitudes, ni los objetivos, ni los compañeros de viaje, ni nada.

En este proceso de cambio personal nadie te garantiza nada, eres como un acróbata de circo que actúa sin red. Corres un riesgo, puedes equivocarte, tal vez sufras un aparente fracaso, pues no hay huellas de otros caminantes que indiquen la dirección, ya que eres tú quien hace camino al andar. A veces aparecen las dudas. Tal vez uno sea temerario e irresponsable por salirse del redil de lo establecido. Sin embargo, uno aprende por el camino, y algunas veces vislumbra, comprende, que vale la pena avanzar, crecer, evolucionar positivamente sin trabas, sin límites.

Se pueden citar muchos ejemplos que ilustren lo que digo, como el límite que “otros” nos impusieron respecto a la ESPIRITUALIDAD, o al concepto de Política, o Derechos Humanos tan repetidamente vulnerados, o al concepto de Justicia social tan necesitada, o a la Paz, etc. Yo voy a fijarme únicamente en el tema del espacio. Es comúnmente aceptado por muchísimas personas que solamente hay vida inteligente en nuestro planeta Tierra. ¿Por qué he de estar de acuerdo con esa idea, con esos límites, porque lo dicen muchos científicos, no todos afortunadamente? ¿Acaso los científicos tienen el monopolio de la verdad absoluta? ¿No hay otros medios de adquisición de conocimientos? Mi pensamiento es libre, por tanto no debo ni quiero saber de límites, provengan de donde provengan.

Yo soy de los convencidos que hay vida inteligente en muchísimos lugares del Universo. Pensar que de manera exclusiva la Tierra es el único lugar donde existe vida inteligente, es de una arrogancia y una soberbia inauditas, aparte de una soberana cerrazón e ignorancia, sólo comparable a la época de Galileo Galilei en que La Iglesia, a través de La Inquisición obligó a rectificar a este astrónomo sobre el movimiento de los astros, comprobando después, claro está, que este sabio italiano tenía razón.

Igual que muchísimas otras personas sé, de fuentes dignas de crédito, que en Marte hay seres humanos más evolucionados que nosotros. Reconozco que muchos científicos han afirmado categóricamente, rotundamente que, dadas las condiciones climáticas, atmosféricas, etc., no puede haber vida, que todo es como desierto, que los vehículos que han enviado los americanos así lo confirman.

Primero decían que no había agua, luego que si, y por tanto dicen que puede haber vida de forma incipiente. ¿En qué quedamos? ¿Y por qué, necesariamente, los habitantes de Marte tienen que vivir en la superficie del planeta como nosotros? Es evidente que aquí aparecen los límites de los que hablaba anteriormente. ¿Acaso no pueden vivir en el interior?

También hay seres humanos de superior evolución en los satélites Ganímedes y Titán, los cuales viven en el interior, y en el planeta Neptuno que viven en el exterior, como nosotros.

Todavía hay tres planetas en nuestro sistema solar que, en la fecha que escribo estas líneas, no han sido descubiertos por los científicos, al menos que yo sepa.

¿Por qué hemos de ponernos límites y creer a pie juntillas lo que nos dice la ciencia oficial, cuando sabemos que los gobiernos, sobre todo los más poderosos, ocultan mucha información?

No tenemos nada que temer de esos seres más evolucionados que nosotros. Nunca nos perjudicarán, pues no actúan por obligación o por interés sino por deber. Su comportamiento ético está muy desarrollado. Si nuestro planeta Tierra tuviera un solo gobierno representativo, que pudiera servir como único interlocutor, tal vez a través de él, podríamos solicitar su ayuda para solucionar muchos de los problemas que nos aquejan, pues ellos son respetuosos y no interfieren las decisiones de los demás.

Nuestro planeta Tierra y la humanidad que alberga van a sufrir unos cambios profundos. Esta mutación está muy cerca. Esto no hay quien lo detenga, pues va por ciclos. Será para bien, sin embargo de nosotros depende todavía que ese cambio sea pacífico, suave, positivo, o bien, brusco, violento y negativo en la forma, en cuyo caso sería terrible.