La infancia reprimida
José Manuel Pastor

Qué empeño tenemos siempre en decir que nuestra infancia fue mejor que la de la juventud actual y la de los niños que han nacido en los últimos alias. Decimos que nosotros hemos tenido una mejor educación, porque respetábamos a nuestros padres y nuestros profesores. ¿Y quién no?

-Cómete la sopa, cariño.

-No quiero.

-Si no te comes la sopa, te quedas hoy sin tele.

-¿La vais a cambiar? Ya era hora, a ver si compráis una en color, como la del padre de Luisito.

-¿No me haces caso? Espera que llamo a tu padre.

- ¡Estebaaaaaaaaaaan!

Aparecía tu padre por la puerta de la cocina. -¿Qué pasa? ¿Ha muerto tu madre?

-No, bruto.

-Lástima.

-Miguelito no se quiere comer la sopa.

-¿y para eso tanto escándalo? Escúchame, porque solo te lo vaya decir una vez. O te comes esa sopa, o del tortazo que te doy te giro la cara del revés.

No es que te comieras esa sopa, es que te comías la olla entera, aunque la sopa estuviera ardiendo.

Luego, con la tripa hinchada como un globo de queroseno te ibas al colegio.

Tocaba clase de historia, y la historia era que después de una olla de caldo, no había quien se tragara que Franco había venido a salvar España. Así que, o te sondormías ante tal invención o mirabas por la ventana a ver si aparecía Tintín y nos sacaba de la cárcel. Lo único que aparecía era un borrador de pizarra volador, que te rozaba los bigotes y te blanqueaba los libros.

-¿Qué hay, Miguelito? ¿Va a nevar o qué? Más te valdria atender. ¿Ya les has contado a tus padres que en el último examen de Historia pusiste que Napoleón era el caballo del Cid? Ni aún para sembrar patatas has de valer.

Como si ser agricultor fuese fácil. Ahora estos dos ejemplos no suceden porque el hijo denuncia a los padres por agresión verbal, violación de su derecho de libre elección y privación de libertad mediante el castigo; así corno el profesor es acusado de calumnia y agresión manifiesta a un menor mediante arma blanca, o en este caso, que blanquea.

En aquellos tiempos la llegada de tu cumpleaños, tu santo, tus tíos al verano y los Reyes Magos era como agua de Mayo. Por aquel entonces, a Papá Noel no lo conocían ni en el Corte Inglés. Si preguntabas a tus padres quien era semejante barbudo, te decían que era el rey de los americanos, que allí no tenían Reyes Magos. ¿A George Bush le ha traído alguna vez algo Papá Noél por ser un niño bueno? Un señor que todo lo que ha hecho ha sido para salvar al mundo del terrorismo islámico que amenaza nuestro planeta todos los días de la semana. Pobres yanquis, ahora que habían conseguido controlar el comunismo... Pero que me voy del tema, la cuestión era que esas fechas solo contaban para tener regalos. Y que Reyes Magos más flojos teníamos:

Queridos Reyes Magos:

Este año me he portado muy bien. He hecho enfadar muy poco a mis padres, y solo me quedaron dos asignaturas para recuperar, pero igualmente me pasaron de curso. A mi hermana este año casi no le he pegado, quitando la cicatriz que se le quedó al lado de la mejilla aquel día que la empujé contra el canto de una silla. Las gominolas que robé de la tienda de chucherías no me las tengáis en cuenta, porque la tendera siempre nos cobra de más, que una cosa es que no apruebe Matemáticas y otra muy distinta que sea tonto. Perdonadme también por pintarle bigote a la Virgen en el libro de Religión, pero tampoco le queda tan mal. Espero que me perdonéis y os pido que me traigáis el Scalextric. Si me lo traéis prometo portarme bien todo este año.

¿El Scalextric? ¡Ja!. Un pijama, un estuche para el colegio, un jersey de lana, una camiseta de Starsky y Hutch, un balón de fútbol y dos coches de rallyes pequeños. Pero, ¿Qué m .... de paje leía las cartas a los Reyes Magos? Ahora, si un niño quiere toda la colección de juegos de la Wii, los Reyes Magos dan cuatro veces la vuelta al mundo en un año, como Rafa Nadal, hasta que los consiguen. Por lo menos a mi me habrían podido traer la camiseta de Los Ángeles de Charlie, que me pone más que la de Starsky.

Como habréis comprobado, antes reconocíamos nuestras fechorías ante los Reyes. Eran otros tiempos. Para empezar, en aquel entonces los niños no teníamos abogado defensor, no como los padres de ahora.

-Hola, Sra. Pérez, le he mandado llamar para hablar de su hijo aquí presente.

-Usted dirá, Don Alfredo- porque hasta los padres trataban a los profesores de usted.

-A Miguelito se piensa que fuma a escondidas en las horas de recreo.

-¿Es eso verdad, Miguelito?

-No.

-A su hijo se le ha visto en compañía de Damián, el chico la Tuerta, y el sobrino del Botarate.

-Entonces seguro que fuma. El otro día los vi fumando tabaco negro sentados en la acera de la calle.

-Pero mamá, porque vaya con ellos no quiere decir que fume. Son mis amigos.

-A callar. Si no vas con ellos si que será más fácil que no fumes. ¿Cuántas veces has fumado?

-Que no he fumado.

- Y encima le mientes a tu madre, esto es el colmo. Vamos a casa, y vas a estar dos semanas sin salir de casa después de volver de clase, y espera cuándo se lo cuente a tu padre, que vas a saber lo que vale un peine.

- Yo - para rematarle el profesor- también lo tendré una hora estudiando después de clase, y mañana me traerás escrito cien veces: No volveré a mentir a mis padres y a mi profesor.

-Eso, que estudie de una vez. A ver si se le mete en la cabeza que Napoleón era el caballo de Felipe II.

¿Y los dibus de antes? Marco, un niño recorriendo toda Italia en busca de su madre. Heidi, una niña huérfana que vive con su abuelo, y solo tiene de amigos un cuidador de cabras y una niña en silla de ruedas. Jacky y Nuca, dos oseznos que ven como matan a su madre y les toca vivir junto a los humanos, también se quedan huérfanos Banner, la abeja Maya, … En dibus de acción, Mazinger Z, que disparaba puños contra los rayos x y misiles del enemigo, y Afrodita A que te golpeaba con los pechos en la cara. Y los tebeos: Tintín, un reportero en edad juvenil resolvía los casos más difíciles ante los criminales más peligrosos con la ayuda de un perro que lo revientas de una patada, un marinero alcohólico, un científico loco y unos detectives idiotas. ¿No es para deprimirse? Menos mal que vino Sabrina con Boys, boys, boys y nos rescató. Esa fue la mejor terapia de choque. Y por supuesto, nada de ver películas violentas. En cuánto aparecían los dos rombos, Miguelito a la cama:

-Que ésta no es de tiros.

-Me da igual. Han salido los dos rombos. A dormir. Uy, de la Cantudo y Bárbara Rey nada menos, ésta no la tendría que ver ni tu padre, que luego se pone de un tonto que no hay quien lo aguante.

En fin, a lo que iba. Menos mal que un día a Sabrina se le escapó un pecho en un programa músical de horario juvenil, y la cosa cambió. Desde entonces el Gobiemo nos autorizó a ver las pelis de Victoria Abril, sino hubiéramos estado hasta la mayoría de edad esperando la cigüeña que viene de París y nos desvirga. ¿No era algo así la historia? Ahora los niños las «tres primeras palabras que aprenden son: “papá, mamá y sexo». Y la siguiente, cuando les desaparece la lengua de trapo, es p ..... Dios mío, ¿Dónde están los programas infantiles y juveniles? ¿Qué han hecho las televisiones de esa programación? Antes cantábamos «hola don pepito, ... .» «la gallina cocouaua», claro que el problema de la sociedad actual es que los payasos de la tele salen presentados por los periodistas en los noticiarios porque tienen más audiencia que nunca y si hay algo en que coinciden los niños de generaciones pasadas con la actual es que los telediarios no les van, por muchas princesas que lo presenten.

También han cambiado los hábitos de consumo de la población juvenil.

Recuerdo con nostalgia que a la salida del colegio nos vendían regaliz, pipas, caramelos, ... nos tirábamos a morder. Ahora no hace falta vender los productos fuera del colegio, sino que los puedes conseguir incluso dentro: marihuana, hachís, coca, anfetas, ... y todo tipo de estupefacientes en general, que te hagan pasar un buen rato. Y es que la juventud de ahora no tiene imaginación, nosotros nos hacíamos arcos y pistolas con un par de palos y jugábamos a indios y vaqueros. Ahora o se compran la pistola» en USA, sobre todo, o se meten una fumada para imaginarse que vuelan sobre un elefante rosa que se tira pedos de goma.

En fin, confiemos en esto que se dice de que las modas vuelven, y vuelva a haber una nueva generación en la que se escuchen los nuevos Parchís y Nins, y los payasos de la tele actúen en un circo.