Editorial

Mas de las Matas es muy diferente dependiendo del tiempo, la luz y las temperaturas. Así, en verano la gente aprovecha para alargar las horas de actividad...es fácil encontrarse a masinos y masinas paseando a la luz de farolas y bajo la noche quieta y cálida; son más que comunes los sonidos de la actividad humana: las pandillas de chavales, las bicis que pasan como rayos, los juegos de persecución, el tanteo y golpeteo de la “pelota tenística”, los chapuzones en la piscina, el coche que pasa, siempre a las tantas, con la música alta, las motocicletas rompiendo gas siempre en la misma hora y en el mismo lugar, la vecina que con su garganta despierta al vecindario que tiene las ventanas abiertas para refrescarse y nunca para oírla....y las fallas en pleno julio y en el pueblo cuando, “sin ton ni son”, se prende fuego una fuente.... o las calles que, en plenas fiestas, están como un verdadero vertedero. Los dos últimos elementos de la enumeración son negativos, muy negativos y tendrían que dar lugar a una reflexión, pasarlo bien no es sinónimo de gamberrada y el pueblo puede estar de fiesta y razonablemente limpio, las dos cosas tienen que ver con la educación y el civismo y el problema, en todo caso, lo tenemos en el pueblo y debemos afrontarlo por una mejor convivencia. Las fiestas, bien, pero con esos “parches” que deberíamos saber afrontar y subsanar, nos toca a todos. La primera oportunidad de intentar activar civismo y fiesta es la próxima celebración de El regreso del Comendador. Todos, necesitamos pasarlo de vez en cuando bien y todos tenemos derecho a “sacarnos un poco el polvo”, pero eso no debería significar empolvar al ocupante de al lado.

La fiesta de El Regreso del Comendador se creó dando un “toque especial” que quiere ser diferencial, pero para ello toda la población debe aportar algo, participe o no de la fiesta porque el hecho de ser un masino que no participe directamente no significa que, aunque de manera indirecta, no lo haga... porque es el masino que ve lo que pasa, lo que puede fallar, lo que debe mejorarse, lo que falla y por donde y es el masino que debe ayudar a mejorar. También es el encargado de acoger a los muchos visitantes y a abrir, de alguna manera, las puertas de la convivencia; es también el ciudadano que debe ser paciente... A los que más participan, pedirles esa paciencia de la que ya han hecho gala otras muchas veces; demostrar que la mejor crítica es la dialogada y la que pretende una mejora; enseñar a los que empiezan a divertirse, por ellos solos, que lo pueden hacer, pero con un mínimo de respeto y entre todos hacer de unas fiestas diferentes un motivo más para convivir plácidamente, sin más.

Este tipo de editoriales son tan previsibles como que todo quede, por parte de los mismos de siempre, en papel mojado... no hagamos, por citar sólo un caso, que en la cena la organización tenga que ir por las mesas para que, otra vez los de siempre, dejen de tirarse la comida por encima... que además de una falta de civismo, obedece a un despilfarro nada digno porque en las mayorías de nuestras familias hace unos años había alguien a quien la comida era algo que más bien les faltaba. Veremos qué pasa y a ver si podemos romper ciertos tópicos. Todo está en nuestras manos.