No me cuentes cuentos

José Manuel Pastor Arrufat

Hay algo generacional, se repite una y otra vez cuando estás en edad infantil, y por mucho que evolucione la sociedad, un niño siempre lo pedirá: "mamá, papá, contadme un cuento". Dicen que los cuentos llevan todos moraleja y te ayudan a crecer como persona. Y tiene su parte de razón. Yo recuerdo el de Blancanieves me ayudó mucho: una chica hermosa, alta y supersimpática, que puede tener al chico que quiera, príncipe no (para eso hay que presentar telediarios), se enrolla con siete enanos. La moraleja que saqué del cuento es que aunque seas bajito de estatura te lo puedes hacer con una tía más alta que tú.

En cambio en nuestra edad adulta no dejamos que nadie nos venga con cuentos, ¿por qué no si son tan instructivos? Por ejemplo, el Real Madrid lleva años con el cuento de la lechera: vamos a traer a Tal y a Cual, vamos a ganar esto y lo otro, tenemos equipo para ganarlo todo,... «. Y al final se rompe el cántaro, como en el cuento, pero parece que si lo cuentan ellos nos molesta. Un cuento es un cuento lo cuente quien lo cuente.

¿Porqué a los políticos no le crece la nariz? Pinocho era del Atlético seguro, un «pupas». Toda la humanidad mentimos alguna vez y en cambio solo le crece la nariz a él. ¿Será porque la tiene de madera, la nariz digo, y cuando se humedece se hincha? Oe, de este cuento he sacado otra moraleja: si vieron legal que un abuelo adoptase un niño de madera, ¿por qué algo más real y posible como es que dos gays adopten un niño altera y hace poner el grito en el cielo a media sociedad? Si tienen medios y son verdaderamente responsables de su decisión, es tan lícito o más que adoptar uno de madera.

Si eres chica, los cuentos la verdad no les hacen mucho bien: el de la Ratita presumida, la moraleja es que la belleza está en el interior, pero nadie les explicó que se refiere al interior del corazón, no al interior de los centros comerciales. Y por culpa de una rata egoísta y egocéntrica, la mujer está media vida luchando por sentirse la más hermosa del reino. Y el estatus social en la cantidad de ropa, colonia y maquillaje que te puedes permitir comprar en un mes.

Lo de Caperucita les creó psicosis: una niña que va a ver a su abuela, le sale el lobo al paso, la amenaza, la asusta y todavía los de C.S.I. están investigando si hubo algún tipo de contacto consentido o no entre ambas partes. Y para rematar el cuento, cuando llega a casa de su abuela los pilla liados. Así que, las mujeres por culpa de una mal contada historia siempre tendrán miedo de volver solas a casa y generalmente desconfían de primeras a la hora de comenzar una relación. Ahí está el porqué cuesta tanto ganarse su confianza, por culpa de un escritor incoherente. Y para rematarlas, en el mejor de los finales, las protagonistas de los cuentos para conseguir novio le tienen que dar un beso a una rana. Esto último me aclara los gustos sexuales del autor de los cuentos.

¿Y la Iglesia católica no se sabe el cuento del Príncipe Feliz? Cuenta que en la plaza de una ciudad tienen la estatua de un príncipe bañada en oro, y el príncipe viendo desde su pedestal el hambre que pasa su pueblo, pide a una paloma que reparta sus piezas de oro que conforma su figura entre todos los pobres. La Iglesia lleva toda la vida predicando y predicando hasta la saciedad que hay que compartir con los más desfavorecidos. Muy bien, ¿Cuándo piensan comenzar? Ellos tienen oro como para convertir a África en potencia mundial, pues no, por lo visto se hace más si nosotros dejamos veinte céntimos cada uno en el cepillo. Moraleja: ¿quién tiene el pico más fuerte y poderoso, una paloma o un ave rapaz?, porque para transportar piezas de Oro,...?

El de los tres cerditos fomenta que con el trabajo y esfuerzo diario se consiguen grandes metas en la vida. Señores cerditos, en la sociedad actual con mucho esfuerzo y trabajo solo consigues tener una hernia discal, y el sueldo no te da ni para comprar los materiales para hacerte una casa de paja. Estamos hipotecados hasta las cejas, y la gran meta que tenemos todos es quitarnos la hipoteca antes de que llegue la jubilación. Me gustaría verlas ahora, haciendo tres casas y tirando dos como si nada. Con vuestros jamones no hay ni para comprar diez metros cuadrados de solar.

Así que, cuentos aparte, una vez más la realidad supera a la ficción. Como el ratoncito Pérez, que si dejas tus dientes te da un regalo. En la vida real, si te atracan y no regalas lo que te piden, te rompen los dientes. Cambia un poco el cuento, ¿no? ¿Cuándo dejaremos de tomar a los niños por seres ignorantes y les dejaremos de mentir? En fin, lo dejo aquí, que esto parece el cuento de nunca acabar. Me voy a escuchar Celtas Cortos, y verás que contento me voy a la cama y tendré dulces sueños.