Otra economía

Jesús Timoneda Monfil

La idea de la explotación ilimitada de los recursos naturales ha fracasado. Empezamos a ser conscientes que debemos, por nuestro propio bien, ser respetuosos con la Naturaleza y con los derechos humanos. El Capitalismo y el Comunismo no valen por su descarado materialismo.

Es cierto que hay muchas necesidades materiales que se deben cubrir, sobre todo en los países atrasados, como carreteras, escuelas, comunicaciones, nutrición, salud, etc. Sin embargo muchas veces lo que falla es la distribución, el compartir. En los últimos tiempos la ayuda que dan los países ricos a los pobres ha disminuido considerablemente en lugar de aumentar.

En los países desarrollados se intenta con frecuencia llenar el vacío, la carencia de identidad, comunidad, afectividad, reconocimiento, etc., con objetos materiales, superfluos, innecesarios en demasiadas ocasiones, desatando falsos deseos, falsas expectativas, falsas soluciones para problemas reales que no enfocamos de forma adecuada. Tanto es así que llegamos a crearnos necesidades artificiales, vanas, innecesarias, superfluas.

Este afán de la Economía de crecer y crecer, sin consideración al medio ambiente, pensando que todo es ilimitado, que el crecimiento acabará con todos los problemas de las personas. Esta pretensión, esta ilusión, en vez de resolver los problemas los agrava muchas veces. Es verdad que tenemos necesidad de recursos naturales, de objetos materiales para satisfacer nuestras necesidades fundamentales, pero una vez que esas necesidades básicas están cubiertas no debemos seguir "exprimiendo" la Naturaleza, ni creando falsas necesidades. Hay otras de las que nunca deberíamos tener bastante, como es el respeto, el afecto, la solidaridad, la amabilidad, la alegría, el buen humor, el amor. Decía hace tiempo el economista y escritor José Luis Sampedro que hemos de pasar de la economía de la competitividad a la de la solidaridad, de lo contrario los problemas económicos del mundo no tendrán solución.

Es deseable y posible un sistema económico que preserve el equilibrio ecológico presente y futuro del Planeta, que acabe con la producción enorme y suicida de armamento, que evite la excesiva acumulación de riqueza en pocas manos, que todo ser humano, por el hecho de nacer, tenga asegurado alimento, vestido, vivienda, salud, educación, y un poco de afecto, que las diferencias sociales posteriores dependan tan solo de la voluntad de cada uno, de su esfuerzo, de su capacidad, de su actitud. No se trata de que todos seamos iguales sino de que dispongamos de las mismas oportunidades y cubiertas las necesidades mínimas.

Tal vez esto parezca imposible, pero soy de los convencidos que de forma pacífica y echándole mucha imaginación y creatividad y unión en lo fundamental podemos conseguirlo. Si no caminamos en esa dirección y persistimos en el materialismo deshumanizante el mundo no tiene un futuro agradable, y me temo que los egoísmos extremos terminen por destruirnos. Ojalá acertemos en nuestras decisiones cotidianas, pues todos somos responsables, los gobiernos mucho más.