Charradicas
Miguel Ángel Royo Sorribas

Le ha llegado ya el momento a la concentración parcelaria. Ya están colocados los mojones, ya están las máquinas trabajando para deshacer ribazos y juntar bancales, y ya hay quien se aprovecha y se lleva para su casa la leña que no es suya.

Ahora será el momento del polígono cuatro, el futuro regadío del monte, yendo por la carretera hacia Alcorisa, después de la nave del Gazulla, a la izquierda. Trescientas hectáreas susceptibles de ser regadas con el sondeo.

El corral de Vicén, la escolana, el camino del correo, el Mas Royo, la balsa del herrero, los llanos, las tapias, la gramenosa, el barranco la tejería, y en definitiva, las pedrizas, partida de la que toma su nombre la nueva comunidad de regantes expectantes.

Como prueba de lo que pueden llegar a producir está la finca experimental que se ha cultivado con agua del barranco de la Tejería. Almendras, melocotones y olivas como nunca se han visto. Y en los años que han transcurrido, nada de heladas. El que todavía no haya visto esta finca todavía puede admirar los olivos, que tienen más olivas que hojas. Y con los otros frutales igual. Un éxito total alcanzado en los cinco o seis años que tienen estos árboles, por lo que se puede apreciar, que ahora puede hacerse extensible a trescientas hectáreas. Pero podría darse el caso de que dentro del perímetro regable existieran fincas que sean como islas de secano dentro del regadío porque sus dueños no opten por sufragar la inversión, y así quedarse en doscientas hectáreas regables o menos.

De aquí a final de año los propietarios de las nuevas fincas situadas en el fatídico polígono cuatro tendrán que dedicir si quieren regar o no, porque detrás existe un tema importante económicamente, que hay que sufragar entre los que quieran hacer las obras. La administración costeará unas tres cuartas partes, pero el resto correría a cuenta de los alrededor de ciento veinte propietarios.

Los agricultores y los propietarios pasan rápido y sin dejar apenas huella en la vida de los bancales. Pero los dueños y descendientes de los bancales de Las Pedrizas sí que tienen ahora la posibilidad de convertir en regadío sus fincas. Algunos propietarios tienen más de ochenta años, y por lo tanto, poco van a regar ya. Pero sus hijos, nietos o bisnietos deberían ver todo esto con otra perspectiva. Son unos meses muy importantes en la vida de esos bancales, porque ahora se les puede cambiar el destino.

¿Será mejor regar o no regar?, ¿será mejor invertir o no invertir?, ¿valdrá la pena aprovechar este momento ahora que la administración ayuda de forma importante?, ¿será mejor comprar o vender?, ¿por qué la administración adjudicó parcelas dentro del regadío a propietarios que no quieren regar, cuando existen otros que sí que regarían?, ¿puede primar más el interés colectivo que el individual aunque sea sólo por esta vez?, ¿es incoherente que un propietario quiera regar y a la vez no regar?.

Hay muchas cuestiones en el aire. Parece que es un momento especial, que quizá dentro de trescientos años representen nuestros descendientes celebrando una fiesta que podría llamarse el Regreso del regador.