Charradicas
Miguel Ángel Royo Sorribas

- Te ví en Estambul el día de San Jorge.- me dice la Pilarín.

- No puede ser.

- Pues así es. Ibas con tu chico el Marcos a hombros, y te vimos el Pedro y yo en la televisión del crucero, en el canal internacional de la autonómica de Aragón.

Mientras, dos parejas de masinos se reconocen en una calle de Praga.

Antes estos encuentros casuales con vecinos lejos de casa sólo le podían pasar a Pascual Lafoz, y a los demás sólo nos pasaban en la feria de Cantavieja, y como muy lejos en Zaragoza. Parece que el mundo entero ya está a nuestro alcance y disposición, más pequeño y vulnerable que nunca. Las cosas cambian deprisa; antes queríamos cambiar el mundo, pero ahora solamente pretendemos dejarlo como estaba, sin estropearlo demasiado. Así se explica el éxito de lo tradicional, como el renacer de los gaiteros, o la filosofía del parto en casa. Desde que hacía de comadrona la Pilar la lintinas no nacían niños en Mas de las Matas. No seremos conscientes de los cambios tan rápidos a los que están sometidas nuestras vidas en cuanto a comunicaciones, tecnología y globalización, hasta que por fin los niños estudien estos temas en los libros de texto de conocimiento del medio. Tenéis que entender que llevaba cuatro cubatas encima cuando se me ocurrió todo esto.

Recién construido el pantano de Calanda, hace unos veinticinco años, L.S. se había licenciado en arquitectura y se acercó a nuestra zona con un proyecto faraónico debajo del brazo. El esquema a gran escala estaba localizado en los fontanales, encima de la fuente del Rincón, por donde la masada del regador, donde se juntan los dos ríos. Se trataba de una urbanización de seiscientas hectáreas, con iglesia propia, escuelas, viales y con muchos chalets, hasta tres mil, me han exagerado algunas fuentes. Desde Perantón hasta el Cantalar, todas las contiendas se iban a llenar de casas de categoría, entonces aún no se decía alto standing. Una carretera uniría Ginebrosa y el complejo residencial por las masadetas. Detrás de todo el tilín había grandes inversores, y un gran capital. Hubo políticos que se ilusionaron con el proyecto, se crearon estatutos, y se asociaron varias personas como accionistas. Se recalificaron terrenos del monte y se convirtieron en urbanos. Unos dicen que el problema fueron unas normas subsidiarias imposibles de cumplir, otros dicen que el Gobierno Civil echó atrás el proyecto, porque estaba cargado de ilegalidades. Todo el monte se quedó como estaba después de varios meses amenazado por el cuento de la lechera. Ahora otra versión del cuento rueda por los Monegros.

Primer premio del concurso de paellas que se celebró en mayo.

Tengo que poner varios temas de actualidad que me han encargado, antes de que se les pase el arroz; fueron grandes éxitos el concurso de paellas, que ganó Ángel Zaera, o el primer encuentro de gaiteros, que reunió a mucha gente a pesar de que coincidió con la boda de Elena y Javier, y también con el concierto de Amaral en Andorra, que atrajo a muchos masinos. Un buen método para olvidar la crisis es la fiesta, comer, beber y tocar la gaita. Los gigantes son como los jubilados; siempre que salen es para hacer una fiesta. Se fueron a Zaragoza a inaugurar el puente del Tercer Milenio. Al final no hubo inauguración, pero todo acabó en una fiesta gorda en la Almozara con otros gigantes. Chema Bello ha compuesto Desde dentro…, una canción al Mas, porque dice que lo lleva muy pegado a su corazón. Lola me dice que el campo de fútbol del Valello está en unas condiciones de abandono que recuerdan a lo que les pasó a las escuelicas de la Vega; los vestuarios y los baños han sido destrozados por el vandalismo descontrolado.

Se murió un lector habitual que teníamos en Madrid, mi tío Paco. Sus hijos siempre se burlaron de él cuando recibía “El paleto ausente”; así llamaban a EL MASINO. Estuvo durante muchos años unido al pueblo por este hilo invisible, y una vez al mes le recordábamos, como a tanta gente, que el Mas todavía está aquí.