Santa Flora ermita de recuerdos
Concha Trullenque Felius

El pasar de los años, no fue suficiente para que el recuerdo de la infancia amanezca en cada momento, y éste es el caso de aquella joven que cuando iba a visitar a sus padres, que tenían un molino de yesos en las cercanías de la Ermita de Santa Flora, hacía gala de su juventud jugando en sus alrededores.

Sus padres, Modesto y Dolores, hijos del Mas, que siempre llevaron consigo el orgullo de la tierra que les vio nacer, fueron a Zaragoza con la sana idea del progreso, instalándose como agricultores en sus inmediaciones, en una finca de su propiedad.

Concha Trullenque Felius, la que hoy recuerda como fueron para ella aquellos tiempos. A su prima Angelines Mir, a sus amigas Conchi y Carmen, y tantas como llenaron siempre sus recuerdos, compañeras de colegio, y sin duda, a todos aquellos que la juventud nos unía como hermanos, y sobre todo la memoria de mis padres que siempre fueron del Mas.

Hoy piensa en aquella ermita, ya que ha llegado a comprender la labor de una hija del Mas, concretamente Angelines Mir, querida y siempre recordada prima, que se haya interesado fielmente en conseguir la restauración de nuestra tan venerada ermita, Santa Flora. Y pienso que son valores a guardar para siempre, como símbolo en la historia del Mas, colaborando con Angelines hasta conseguir su total restauración.

Yo, por mi parte, y en nombre de mi familia, quisiera participar con 6.000 euros, haciendo extensivo ese abrazo fraternal, que aún a pesar de no habernos visto durante largos tiempos, os puedo asegurar que de aquellas y aquellos amigos de la infancia solo me separé físicamente, y hoy, quiero estar con vosotros unidos al cariño de Santa Flora.

Una masina devota de Santa Flora

Angelines Mir

El relato que voy a contar es digno de mención, pero mención de honor.

Mi prima Concha nació en Mas de las Matas. A los 12 años se fue a vivir, como ella dice, a Zaragoza, al pueblo de Movera. Allí se casó.

Ha vivido muchos años con su esposo Alejandro en el Gabón, donde además de su negocio realizaron muy buena labor social a favor de aquellas gentes, creando una escuela llamada “Mamá Concha”.

A pesar de haber estado tan lejos, haber venido al Mas en muy pocas ocasiones, esta masina no se ha olvidado nunca de su pueblo, yo doy fé de ello y bien que lo ha demostrado.

En la actualidad vive en Zaragoza y por EL MASINO se enteró que teníamos ilusión por restaurar Santa Flora. Y es por ello que ella y su esposo nos han traído un donativo como el de Productos Flora, 6.000 euros.

Yo como ellos les doy el millón, pero de gracias, también de parte de D. Alfonso, de la Junta y de todo el pueblo.

Gracias Concha y Alejandro.

Y termino pidiendo a Santa Flora que los bendiga siempre, se lo merecen.