A mi abuela Pilar Giner Mir

Como recuerdo de su más largo viaje 1918-2007

Pilar Tripiana i Puig y familia

Me gustaría que publicaran este breve escrito en homenaje a mi abuela Pilar Giner Mir cuyo fallecimiento aconteció el pasado 10 de septiembre del año pasado en la localidad de Badalona donde pasó sus últimos días en compañía de sus más allegados. Mensualmente recibía El Masino, y no dudo que le hubiera gustado el privilegio de ser protagonista de, aunque corto y humilde, un artículo de vuestra revista. Gracias a mi abuela, masina de nacimiento, yo me siento muy ligada al pueblo, a vuestro pueblo, al Mas, como ella decía, el lugar donde he pasado las vacaciones toda mi vida y así espero que mi hija pronto también lo haga. Por todo ello, nos sería muy grato que mi abuela, Pilar “la Candidica” tuviera un último recordatorio en El Masino. Gracias.

En el barrio barcelonés de Sta. Coloma de Gramanet era conocida por los antiguos vecinos de toda la vida como Pilar la enfermera puesto que, durante muchos años les puso ella las inyecciones, a veces cobrándolas y otras muchas no. Como ella solía decir y, que recordarán muy bien quienes la conocieron, “si por cada inyección que he puesto me dieran una peseta sería rica”.

Como nieta de Pilar Giner Mir me ha gustado empezar así este escrito por que sé que si de alguna cosa estuvo realmente orgullosa mi abuela fue de su vocación sanitaria y de ayuda incondicional al enfermo y al desvalido. Ahora bien, de lo que se sentía especialmente satisfecha era de ser masina.

Llegó a Barcelona con 4 años con sus padres y hermanos, Paco y Enrique, pero pese a hablar un catalán perfecto si le preguntabas que se consideraba si catalana o maña, siempre respondía que masina, más concretamente, del 27 de la calle del Mesón. A mí se me hace inolvidable recordar como cada verano, año tras año, he pasado por dicha calle cogida del bracito de mi abuela mientras me contaba historias de sus abuelos y tíos y de su primera infancia junto a ellos.

Pilar, “la Candidica o la Evarista” hizo su más largo viaje el 10 de septiembre del 2007. Pese a todo, vivió toda una vida dedicada a los demás tanto en su trabajo como en casa. Educó a sus hijos y a sus tres nietas, que la queremos como a una madre. Conoció a dos biznietas, Martina y Aran. Vivió momentos duros pero muchos también de muy felices y plenos. Mi abuela fue como la pared maestra de mi familia. Prefiero pensar que se ha marchado satisfecha y, así, con las cosas acabadas y bien hechas, para emprender un viaje todavía más gratificante y pleno. Tal vez se despierte como “un gran cirujano” o nos alumbre el camino con la luz de una nueva estrella, tal vez.

De todas formas yo, todavía, sigo repitiéndole cada noche, como lo he hecho durante años, “bona nit iaia, que dormis molt bé i fins demà si Déu vol” (buenas noches yaya, que duermas muy bien y hasta mañana si Dios quiere).

P.D. Dicen que al nacer no elegimos ni donde ni quienes nos tienen que acompañar en esta vida pero a mí me honra haber sido su nieta y haber recibido de ella tanto su inconmensurable cariño como una buena educación en valores humanos, equipaje que me acompaña ahora y siempre. Gracias yaya por habernos criado, protegido y amado. Descansa en paz.

 

 

"Como la lluvia

Desenhebrándose fina,

Lento pasar de las horas,

Tras el cristal diurno;

Así tu recuerdo lleva

Tus palabras todas,

Y tu voz, y tu risa,

Y tus caricias;

Y tu último abrazo

Como tu primera mirada

Queda, como la lluvia

Hilvanándose lenta

En nuestros corazones"

Pilar T. Puig.