Tierras Inhóspitas de Teruel
Edurne Guevara

Desde Mas de las Matas emprendimos camino hasta Ojos Negros, tierra de minas. El viaje nos aproximó más a nuestro pueblo, a nuestro territorio y lo hizo porque lo que vimos era más triste, más huérfano, más maltrecho y como más abandonado.... aunque es de suponer que ninguna de estas características que observamos subjetivamente es deseado o compartido por sus moradores.

Estos pueblos sólo cobran vida los fines de semana con las gentes que llegan de urbes más grandes, sobretodo de Zaragoza. El domingo por la tarde ya se respira desesperada soledad y los siguientes cinco días, a menudo, son espesos, sombríos.... sólo algunos pocos se han resistido a la tentación de considerar la marcha a la ciudad, la ciudad sin límites.

Los mayores pasean tomando el sol de septiembre, cabizbajos, a menudo con un bastón de madera que les ayuda en sus pasos. Esta gente son cronistas de la vida social de este rincón de Teruel.... de la vida social, de su trabajo y de todo lo que se desprende de esta conjunción. Hoy, están tristes porque piensan más al no poder trabajar y eso les sume en una realidad que se aplasta cada día ante sus ojos. Una realidad cada día más insostenible en una charca económica cada día más neoliberal.

Las minas están deshabitadas, abandonadas, desmanteladas y esparciendo viejas herramientas. Allí donde todo era trabajo y ajetreo hoy es silencio y rutina del abandono.

Casi no encontramos a nadie por estas carreteras secundarias que comunican las tierras del Campo del Jiloca. Un señor muy amable nos acompaña, con su perro Toni, hasta el yacimiento de La Caridad en Caminreal. A través del vallado contemplamos el lugar donde anidaron no pocas esperanzas años y años antes de nuestra presencia. Nos despedimos, por suerte las gentes de este lugar no se abandonan.

Nos acercamos a la estación de Caminreal, sin lugar a dudas ésta era una estación importante y muy presencial, con gusto. Hoy en día está abandonada y su futuro es incierto, amargo. La nueva vía pasa unos cuantos metros más allá, apartada del viejo andén y de los derruidos edificios. Es curioso, todas las estaciones abandonadas y desmanteladas, se parecen, no así cuando están en vital funcionamiento.

Las puertas de las ventanas se aguantan con una bisagra; las paredes están escritas y dibujadas, normalmente de insultos y caprichos de una noche acelerada; los portales, si son de piedra de sillería, se arrancan para adornar casas; los cristales están esparcidos delatando nuestros pasos; el aire entra por cada rincón creando sutiles corrientes de aire; las tejas se van cayendo con el viento tras la lluvia.

Los raíles del tren están oxidados, torcido.... cuando no arrancados. Las traviesas están carcomidas por la humedad y la indolencia. Las piedras se han salido del trazado de la vía.... ya no hay camino ni sino. Aquellos edificios podrían albergar mil funciones, ahora sólo invitan a la desolación.

Los pueblos están casi vacíos, sus calles oscuras, sucias y descuidadas. No hay una invitación atractiva a quedarse, tiene uno que querer mucho al pueblo para quedarse, para volver, para trabajar por él. Así que me cruce con quien me cruce, sólo siento admiración y una deuda con mi pueblo al que muchas veces desvaloramos de manera cínica y sin razón.

Lo dicho, también aquí en el Mas deberíamos valorar más lo que tenemos, aquello de lo que podemos disfrutar... desde nuestra situación hasta nuestro clima, pasando por la vida social, la cultural o la sensación de que, sólo con quererlo, este pueblo puede ser la referencia geográfica y humana de nuestra vida... podemos elegir entre muchas posibilidades y combinaciones y eso no tiene precio porque, simplemente, no hay dinero suficiente para dar pago a ello.

Esta ventaja, por desgracia, en rincones como los que les narrábamos anteriormente, no existen.... se han evaporado. De la misma forma en que lo hacen las compañías mineras cuando ya no pueden estrujar más al territorio con el trabajo de sus gentes.

Mas de las Matas es un buen lugar donde vivir y, si queremos ser un poco irónicos, un buen lugar donde caerse muerto. Tiene todo lo que puede tener un pueblo de su naturaleza.... quizás sólo hace falta un mejor aprovechamiento social de lo que éste nos ofrece. También no estaría de más comprometerse más con esta tierra que, a la mayoría, les ha visto nacer. Valorar el Mas se puede hacer de muchas maneras, pero quizás la mejor sea salir de sus fronteras y abrir bien los ojos.