El "Arte del romance castellano", obra clave del Padre Benito Feliu
Carmen Feliú Loriente

El mes de Junio de este año se conmemora el 275 aniversario del nacimiento del P. Benito Feliú de S. Pedro. Es un buen momento para el recuerdo. En su memoria vamos a comentar una de sus obras, quizá la más emblemática de todas las que escribió. De gran importancia en su tiempo, todavía es objeto de estudio e investigación para muchos lingüistas actuales. Se trata de la obra titulada “Arte del Romance Castellano”. Apareció por primera vez en Valencia en la imprenta de Benito Monfort, impresor del Colegio Andresiano de los Escolapios, en el año 1769.

Además de ilustrado, el P. Benito era un gran pedagogo, formado bajo el ideario del fundador de las Escuelas Pías, José de Calasanz, que se caracterizó por su afán de llevar la enseñanza a los más desfavorecidos y que esta enseñanza fuera más humana y asequible para todos.

ÉPOCA E INFLUENCIAS QUE RECIBE EL AUTOR

Para comprender lo que significa la aparición de esta Gramática en el momento que se publica, es necesario tener en cuenta el panorama cultural y social del s. XVIII y el legado de los siglos precedentes, que también influyeron de forma notable.

La situación en España es bastante confusa. Su relación con Europa llega a través de Francia, que será la que imponga sus ideas. Además, la instauración de los Borbones en el gobierno de la nación dará lugar a que se formen bandos, unos a favor de la Ilustración, con lo que esto supone de cambio, y otros que todavía se aferran a las tradiciones y no están dispuestos a aceptar nada que venga de fuera.

En cuanto a las ideas gramaticales, el P. Felíú se sitúa más próximo a las ideas de la Enciclopedia que el círculo de los “novatores” que, junto con su máximo representante en Valencia, Mayans, fueron influidos por el espíritu renacentista. La base fundamental del saber era para ellos la Teología y no la Lengua. Por el contrario, para el P. Benito es la lengua vernácula además de la Teología.

La época que le tocó vivir al P. Benito Feliú corresponde al reinado de Carlos III, un tiempo en el que los progresistas, entre los cuales él se contaba, pudieron llevar a cabo muchas reformas pendientes.

Como señala J. P. Burgués (1), en Valencia se forma un núcleo de eruditos que desde finales del s. XVII tratan de renovar el panorama científico-cultural español, convirtiéndose en uno de los principales focos de la renovación del país durante todo el s. XVIII.

Cuando el P. Benito llega a Valencia, después de su amplia formación en Roma, el más significado de todos ellos es D. Gregorio Mayáns y Siscar (1699-1781), con el que el P. Benito mantendrá una buena relación. Es el ejemplo de ilustrado valenciano y es, sin duda, el que le introduce en el ambiente cultural, que más tarde le llevaría a participar directamente en tareas tan importantes como la reforma de la Universidad, su pertenencia a la Sociedad Económica de Amigos del País o a escribir sus gramáticas: la gramática latina, de la que sólo sabemos, hasta el momento actual, que fue escrita por él y la gramática castellana, que comentamos.

En esta época, el sistema educativo de Europa experimentó una serie de cambios fundamentales. El dominio que ejercía la Iglesia en la cultura iba desapareciendo muy lentamente a favor del dominio del Estado. En los siglos XVI y siguientes, fomentado por la rivalidad existente entre la Reforma y la Contrarreforma, hubo sistemas escolares diferentes. La difusión de la instrucción y de la comunicación promovía a veces tanto el respeto de las antiguas tradiciones como el deseo de nuevos cambios y, por paradójico que pueda parecer, estas dos maneras de pensar se combinaban con frecuencia. De todas formas era evidente que el orden establecido estaba evolucionando y cediendo el sitio a otro nuevo.

En el siglo XVII aparece en Francia una obra que, desde el punto de vista pedagógico, será fundamental: La Gramática general y razonada (París, 1660) más conocida por la Gramática de Port-Royal. Se caracteriza por su afán de claridad y sorprende tanto la ordenación lógica de su desarrollo como el análisis minucioso de los hechos lingüísticos que aparecen en ella. Las teorías de Port- Royal influirán decisivamente en la lingüística del siglo XVIII y, por lo tanto, en la Gramática del P. Benito.

Otras Gramáticas influyeron también en su obra, entre las cuales se destacan la de Elio. A. de Nebrija, Gramática de la lengua castellana (1492); la de Bartolomé Gravio, Gramática de la lengua vulgar de España. Lovaina, 1559; la de B. Jiménez Patón (1614) y sobre todo la de Benito Gómez Martínez Gayoso, Gramática de la lengua castellana, Madrid (1743), escrita poco antes de que apareciera la del P. Benito. Pero sobre todo serán las ideas racionalistas las que impregnarán la orientación de su obra y donde radica su modernidad. Frente a una enseñanza fundamentalmente memorística, que era la predominante en la época, el autor apuesta por un aprendizaje cuya base sea la razón.

IMPORTANCIA Y CONTENIDO DE LA GRAMÁTICA

Su obra “Arte del Romance Castellano” surge en un momento oportuno, puesto que en 1760, la sentencia de Carlos III autoriza a los Escolapios la enseñanza pública de la Gramática, enseñanza que hasta entonces había estado en manos de los Jesuitas. Este hecho creará la necesidad de ofrecer a los escolares un manual completo y sencillo a la vez, escrito en la propia lengua, motivo que facilitará el camino al alumno para introducirse en futuros estudios. Así el latín, que era la lengua culta por excelencia, va cediendo paso a las lenguas vernáculas.

En 1767 se produce la expulsión de España de los Jesuitas. Un año más tarde, se publica una Real Cédula de Carlos III, en la que se ordena enseñar castellano en las escuelas. Estos hechos favorecen sin duda la labor pedagógica de los Escolapios, no solo en Valencia sino en toda España.

Para hacernos una idea, aunque sea breve, del contenido de la Gramática del P. Benito Feliú vamos a seguir preferentemente el estudio minucioso, que sobre ella hacen Eulalia Sánchez y M. Isabel López Martínez. (2)

El autor comienza su obra con una dedicatoria al duque de Alba, manifestando sus ideas innovadoras al ratificar y difundir la necesidad de aprender la gramática castellana antes que las lenguas clásicas. Por otra parte mantiene el gusto renacentista por la exaltación de las lenguas nacionales. Nebrija y Valdés abrieron el camino al resto de los gramáticos españoles al ensalzar la excelencia, abundancia y gentileza de la lengua castellana. Idea que continuaría en el s. XVIII.

La obra está dividida en cinco libros que corresponden a la siguiente estructura:

Libro I. Origen y épocas de la Lengua Española.

Libro II. De la analogía de las partes de la oración.

Libro III. De la Sintaxis.

Libro IV. De la Prosodia.

Libro V. De la Ortografía y Oración de la Excelencia del Romance castellano.

El libro I contiene una notable introducción sobre el origen de la lengua española. En él propone el método deductivo, imbuido por las ideas racionalistas de la época, pero también aparecen procedimientos inductivos y en éstos se apoya precisamente para explicar la historia de nuestra lengua.

En el libro II comienza ya el estudio sincrónico del español con la exposición de sus ideas gramaticales, para cuyo análisis propugna el sistema deductivo como procedimiento metodológico. Para ello, parte de la obra de gramáticos modélicos, como Nebrija, Sánchez de las Brozas, J. Patón, Correas, Gómez Gayoso y Mayans, y elabora unos principios generales que luego ejemplifica sirviéndose de un conjunto de textos, seleccionados a través de la lectura de buenos autores.

Realza, por encima de todos, la Gramática de Gómez Gayoso y la Retórica de Mayans y, a pesar de su modernidad, caerá en la normativa tradicional, sumándose así al conjunto de tratados gramaticales del s. XVIII que, pretendiendo unos fundamentos generales, acaban describiendo una lengua particular.

El P. Benito divide en nueve las partes de la oración, algo que hasta entonces no se había hecho. Este problema de la clasificación ha existido durante siglos y todavía da lugar a numerosos estudios. Introduce otras novedades importantes, entre las que podemos destacar el adjudicar la categoría de indefinido al artículo un, considerado hasta el momento como adjetivo numeral. (3). En otras partes de la oración seguirá los postulados de la gramática de Port- Royal, según el análisis racionalista de la escuela francesa.

En cuanto al libro III que trata de la Sintaxis, el autor se mantiene fiel al planteamiento más tradicional que se remonta a Quintiliano y seguirá en el Renacimiento.

Benito de S. Pedro nos presenta unos preceptos basados en aspectos esencialmente gramaticales con los que pone de manifiesto su afán pedagógico al defender la idea de que, mediante el aprendizaje de dichos preceptos, los estudiantes de nuestra lengua podrán llegar más fácilmente a conocer la sintaxis castellana y aprender, con menor dificultad, la sintaxis latina. Ofrece unas reglas que guíen la correcta construcción de la oración, comparando nuestra lengua con las lenguas clásicas, latina y griega, y con las romances, francesa e italiana.

El libro IV, que se refiere a la Prosodia, ocupa un solo capítulo de 15 páginas y se resume en la emisión de una serie de reglas y preceptos encaminados a la buena pronunciación de las palabras, ajustándose en todo momento a lo que ya habían enseñado los clásicos.

El último libro, el V, trata de la Ortografía. La ordena a través de cinco principios básicos y, para subrayar la identidad grafía-pronunciación, se acercará a la gramática de la Real Academia de la Lengua Española de 1741.

En el segundo capítulo de este libro aparecen todas las letras del abecedario español, atendiendo a su configuración: mayúscula, minúscula. Alude al principio de economía lingüística al referirse al hecho de que, combinando estas letras, podemos estructurar cada una de las palabras que componen nuestro léxico. Esta idea no era nueva, pues ya la habían difundido los autores de Port - Royal.

Quizá donde profundiza más es en el análisis de los signos de puntuación. Los gramáticos anteriores a él no habían insistido en este aspecto, pero el P. Benito, no sólo explica el concepto de “puntuación“, sino que estudia cada uno de los signos en particular.

La Gramática del P. Benito Feliú de S. Pedro, durante más de una década aproximadamente, tuvo el aprecio de todos. Posteriormente, también fue objeto de críticas, como la que aparece en Madrid en 1780 con el título “Conversaciones críticas sobre el libro intitulado “Arte del romance castellano publicado por el reverendísimo P. Benito de S. Pedro de Las Escuelas Pías”.

Su autor se esconde bajo el seudónimo de El Licenciado D. Antonio Gobeyos. Ataca la obra del P. Benito, tachándolo de plagiario. Sobre quién se esconde bajo ese seudónimo hay varias opiniones. La más acertada, según J. P. Burgués en su trabajo, citado anteriormente, es la que defiende el escolapio Lasalde, quien comprobó que no había existido el tal Gobeyos. Por análisis estilístico y deducción histórica, llega a la conclusión de que no podía ser otro que el P. Isla que, como jesuita y escritor famoso en su tiempo, reflejaba de esta forma la pugna existente entre Jesuitas y Escolapios por la enseñanza de la Gramática.

Estas críticas no tuvieron mayor importancia y el mismo P. Benito no se dio por aludido, dejando que el tiempo colocara a cada cual en su lugar.

CONCLUSIÓN

Se puede afirmar que “Arte del romance castellano” constituye un reflejo de la personalidad del autor en el conjunto de su obra, como ilustrado, pedagogo y religioso. Hombre preocupado por la sociedad de su tiempo, innovador, luchador y empeñado en un cambio, que creía necesario para el bien de todos los ciudadanos, en la cultura, en la religión y en la economía.

Probablemente la mejor semblanza del P. Benito Feliú de S. Pedro está resumida en el fragmento tomado del "Elogio Fúnebre"”, que el Excmo. Sr. Conde de Contamina pronunció en la sesión del 9 de Diciembre de 1801, en la Junta Ordinaria de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que el P. Benito fue miembro numerario:

“Era consultado de los sabios; escribía, leía, meditaba incesantemente y satisfacía a las graves consultas que se le hacían. Consagrado enteramente al estudio, siempre humano, siempre afable y amigo de los hombres, servía a todos con prontitud. Sabio y religioso, no hacía ostentación de sus vastos conocimientos; pero el fuego y la luz no pueden ocultarse”.

NOTAS

(1)- Burgués, J. P. El P. Benito y su obra. (Boletín Mas de las Matas, nº III, 1983)

(2)- Hernández Sánchez, Eulalia y López Martínez, Mª Isabel. Estudio, notas y edición facsimilar de “Arte del Romance Castellano” Benito de San Pedro. Universidad de Murcia. 2001.

(3)- Lázaro Carreter, Fernando. Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII. (Tesis doctoral, Mayo 1947)