Tragedia en el mar
Alonso Jerez Orts

Como muchos amigos míos del Mas saben que soy un enamorado del mar y que he estado varios años en la Marina Mercante Española y Holandesa, entonces he pensado escribir un artículo sobre el naufragio del buque italiano Andrea Doria.

El Andrea Doria era el buque de pasajeros más lujoso de la flota italiana de los años cincuenta.

En esos años estaba de moda los viajes en transatlánticos. La aviación aún no estaba lo suficientemente desarrollada como para competir en comodidad con los grandes cruceros turísticos.

El Andrea Doria era un buque de 28.000 toneladas inaugurado en diciembre de 1952. El 17 de julio de 1956 zarpó del puerto de Génova con destino a Nueva York. Llevaba a bordo 1.133 pasajeros y 500 tripulantes. Disponía de dos piscinas, un hospital con 60 camas, 300 cabinas telefónicas y dos motores de 30.000 caballos de vapor cada uno.

La última escala del Andrea Doria en Europa fue el puerto de Gibraltar. Tenía prevista su llegada a Nueva York a media mañana del día 26 de julio, pero jamás llegó. Ese mismo día había una espesa niebla que impedía ver a más de 1 km. de distancia. De repente, de entre la niebla, apareció la proa rompehielos del buque sueco “Stochkolm” colisionando con el costado de estribor del Andrea Doria. La colisión fue violenta e inesperada. Los más modernos sistemas de detección no habían podido impedir la catástrofe.

A la hora de las explicaciones se barajan varias hipótesis. La defendida por el director de los sistemas de radar norteamericano, apunta al calor y al aire seco y frío, como elementos que impidieron al radar recoger los obstáculos que se encontraban próximos al buque.

Finalmente cabe señalar que en aquellos mismos días los astrónomos habían detectado grandes manchas solares que podrían perturbar el buen funcionamiento de los aparatos y permitir en definitiva la colisión.

Los pasajeros pudieron salvarse con los botes salvavidas y con la ayuda del mismo “Stochkolm” y otros buques.

Nueva York estaba a un paso, pero para las 55 víctimas, entre ellas el corresponsal del “New York Times” en España, Norteamérica se convertiría en un sueño inalcanzable.

A diferencia del Titanic, la gran mayoría de pasajeros pudieron ser rescatados. El día 26 de julio sobre las tres de la tarde, el Andrea Doria se hundió para siempre en el Océano Atlántico.