El Padre Benito Feliú y El Masino
Antonio Serrano Ferrer

El editorial del mes de diciembre me ha animado a contar brevemente el origen de El Masino. Tal vez, si esperáramos al cincuenta aniversario, habría alguien que escribiría folios y más folios sobre las motivaciones culturales y socio-políticas de su nacimiento, la influencia de publicaciones anteriores y hasta intentarían adivinar qué personas se ocultaban tras las firmas de Caminante, Per Antón, Festivo o Camarón. Y las cosas no suelen ser tan complicadas como a veces se quieren hacer.

 

El Masino apareció gracias al P. Benito Feliú. En aquel 1982 se habían preparado una serie de actos con motivo del 250º aniversario del nacimiento en nuestro pueblo de este insigne escolapio. En las vacaciones de Navidad, cuando el frío invita a pasar mucho tiempo en casa, se me ocurrió la posibilidad de sacar mensualmente cuatro páginas para informar de las cosas del pueblo y de las actividades programadas. Escribí varios artículos, pensé el nombre de la publicación y me pareció que las letras de la cabecera podían ser como las de El País.

Con los folios redactados, las ideas y mucha ilusión, porque creía que era factible, hablé con Mariano Sorribas el día 4 de enero, y el día 5 estuvimos hablando en el Ayuntamiento con el entonces alcalde Manolo Cortés que vio con simpatía la propuesta.

Y así empezamos. Los primeros números (costaban 5.000 ptas cada mes la edición de los 800 números que se editaban en Sagunto) se pagaban con la publicidad, que nos permitió salir hasta el mes de septiembre. En octubre ya no hay anunciante, pero El Masino había sido aceptado por la mayoría y con los donativos y subvenciones pudo continuar.

La elaboración de cada ejemplar era muy sencilla. Todos los meses teníamos una reunión Eugenio Añón, Alfredo Monforte, Mariano Sorribas y yo, en la gasolinera de Aguaviva, donde se determinaba el contenido y se repartían las tareas. Para que pareciese que había una sólida infraestructura detrás de aquellas cuatro páginas, hay un número en el que yo mismo firmé cuatro artículos con nombres diferentes y otro más sin nombre. Cuando faltaba material, se publicaban refranes o se inventaba una carta. Mariano Sorribas recibía los trabajos y como siempre íbamos escasos de temas tenía que completar el número con lo que se le ocurría. Se los enviábamos muchas veces manuscritos, y les daba forma en la imprenta de Sagunto. Cuidábamos hasta las letras de los titulares que fueran distintas y bonitas. Véanse los primeros números para corroborar lo que digo.

Terminó el año dedicado al P. Benito Feliú y El Masino siguió saliendo cada mes. Y de nuestro escolapio quedó una lápida en la pared del salón parroquial, un matasellos conmemorativo, el recuerdo ya lejano de los actos que se realizaron y poco más. En 1994 se cumplieron los 225 años de la publicación de “Arte del romance castellano”, tal vez su obra más importante y conocida, y nada se hizo. En 2001 eran los 200 años de su muerte y nadie la mencionó. Este año, el 9 de junio, se cumplirán los 275 de su nacimiento y tampoco parece que se vaya a recordar.

Hoy he querido, al menos, dejar constancia de que El Masino nació gracias a la celebración del 250 aniversario del nacimiento del P. Benito Feliú de San Pedro. Ahora, al cumplir los 25 años, me encanta recibirlo cada mes y ver como aparecen nombres nuevos que aseguran la continuidad.