Cueva de Cambriles
Manuel López Aguilar

Al Sr. Presidente del Grupo de Estudios Masinos

Señor: Le dirijo el presente escrito en nombre propio, como único superviviente que queda del grupo primero y principal de refugiados en la llamada “Cueva de Cambriles” de Ladruñán, y en representación conferida por alguna viuda y bastantes descendientes de quienes fueron mis compañeros de refugio en la misma el año 1937.

Supongo que habrá leído mi nombre, apellidos y algunas circunstancias de mi vida que aparecen en el libro CAMBRILES y en varios y sucesivos reportajes que su autor ha publicado sobre mí en el Diario de Teruel los domingos del pasado mes de agosto, cinco páginas en total y otras tantas fotografías relacionadas con el contenido.

Estuve refugiado en Cambriles desde la noche del 16 al 17 de enero hasta la del 20 al 21 de septiembre de 1937. Durante tan larga estancia fui escribiendo el Diario de la Caverna, primero a iniciativa propia y desde abril lo continué por expreso encargo de la Junta Directiva de la Sociedad que habíamos recientemente constituído. En él iba dejando constancia día a día de cuantos hechos eran algo significativos y dignos de ser consignados por escrito por si un día, si nuestra peligrosa aventura terminaba bien, alguien podía y decidía publicarla. Al salir de la Cueva en el primero de sus dos grupos de evasión se lo entregué al presidente de dicha Junta. Parece ser que tal Diario, el Reglamento, y cuño o sello de nuestra Sociedad se han perdido al correr de tantos años, salvándose sólo el Libro de Actas, que se conserva en el Ayuntamiento de Mas de las Matas según se ha dicho y cuya fotocopia conservo.

Tras nuestra feliz dispersión, cada uno de nosotros siguió naturalmente el rumbo que su vida y personales circunstancias le marcaban, continuando sus estudios o volviendo a sus trabajos o negocios familiares anteriores, pero “Cambriles” ha constituído para todos un punto de referencia inolvidable en nuestras vidas, pues no en vano habíamos constituído, más que una sociedad temporal secreta, una verdadera Hermandad, como así la denominábamos entre nosotros siempre que se nos presentaba una ocasión propicia para reunirnos.

Y sin más preámbulo, paso al fondo y al móvil que motivan este mi escrito, al que califico de DECLARACIÓN JURADA a todos los efectos, destacándolo con diferente tipo de letra.

“En todo el tiempo de convivencia entre nosotros en Cambriles, que para algunos duró desde finales de noviembre del 36 hasta finales de septiembre del 37, jamás se pensó, ni se propuso, ni se sometió a discusión, sí se acordó entre nosotros salir de la cueva una noche, bajar a Ladruñán y dar muerte a una pobre mujer, enferma mental, llamada “María”, de mote o apodo “la Bruja” por el supuesto peligro de que ella pudiese saber nuestro refugio, nos delatase y nos causaran la muerte a todos.

Nada más alejado de nuestra manera de pensar, de ser y de proceder antes, durante nuestro refugio y después de nuestra salida. (Yo era religioso profeso mercedario todavía, y de haber notado algo al respecto me hubiera opuesto radical y fulminantemente al simple planteamiento de lo que, para mi conciencia de cristiano, católico y miembro de una Orden Religiosa, hubiera constituído una neta conspiración colectiva de todos nosotros para llevar a cabo el asesinato de una enferma e indefensa mujer con las agravantes de premeditación, nocturnidad y alevosía.

Todo cuanto haya podido pensarse, sospecharse, hablarse, declararse o publicarse en contra de esta mi declaración jurada es completamente falso y alejado de la verdad, avalándola con el hecho real de ser yo el único testigo, día y noche, de cuanto ocurría, obligado a dejar constancia escrita como cronista que era y superviviente actual (en disfrute de una perfecta salud y del goce de un perfecto funcionamiento mental a pesar de mi avanzada edad) de cuantos estuvimos refugiados en la Cueva de Cambriles en todo el tiempo arriba indicado, negando rotunda y tajantemente toda veracidad a cuantos testimonios hayan podido ser consultados, admitidos y publicados, todos como muy dudosa fuente lejana de información fidedigna, casi siempre deformable en la memoria humana al correr de tantos años como medían entre 1937 y 2006”

Para terminar: Así como publicaron en el GEMA la carta de Aniceto Brea y la de su hija Edelmira en defensa de la memoria de su padre, esperamos merecer de la benemérita entidad que usted preside, similar y tan favorable acogida del presente escrito dando publicidad al mismo tanto más por afectar a muchísimas más personas que han visto la honorabilidad e inocencia de sus esposos, padres y hermanos puesta en duda o en entredicho, y entre ellas las del que esto suscribe.

Permítame terminar, señor Director del GEMA con unas palabras del insigne filósofo Aristóteles referidas a su gran maestro Platón:

“AMICUS PLATO, SED MAGIS AMICA VÉRITAS”

Con mi sincera gratitud, profundo respeto y muy cordial afecto, como paisanos que supongo que somos, y con el deseo de conocernos personalmente pronto,

Firmado en Valencia, 30-10-2006

Manuel López Aguilar

P.D. Me permito sugerirle, señor Director, la necesaria y urgente conveniencia de una segunda edición del libro Cambriles, ésta corregida, que nos libere a muchos de sus lectores del grave malestar producido por los numerosos errores y falsedades (no digo “mentiras”) que contiene, unas rayando a lo increíble y trágico, y otras que caen en la mayor de las ridiculeces, todas ellas desentonando de la intencionalidad expresada por el autor de tratar de llegar a la verdad sobre Cambriles, tarea difícil, por no decir imposible para él por no contar sino con informadores de tercera o cuarta mano, desconocedores totalmente de lo que había sido Cambriles vivido en su realidad.

El ejemplar que poseo yo, tiene de correcciones manuales mías casi tanto texto como el del libro en sí. Me refiero al reportaje y a la cabida que en él da su autor a otros datos no propios. Imposible entrar en detalles. Que conste que me llevo leído y releído el libro casi una docena de veces y que no escribo esto a humo de pajas.

Perdóneme esta “añadidura” que considero casi, casi, necesaria, pero completamente separada del principal escrito que a éste precede.

Muy atentamente le repito mi gratitud.