¡Calumnia, que algo queda!
Jesús Timoneda

Parece que no acabamos de superar ese dicho antiguo: ¡Calumnia, que algo queda! No hemos avanzado mucho.

¡Qué difícil es rehabilitar a una persona o un grupo que han sido calumniados! Con frecuencia su imagen, su honorabilidad, su prestigio, no se recuperan nunca del todo, pues siempre queda alguna duda. Algunos dicen que algo habrá hecho esa persona cuando afirman esas cosas malas, negativas, de ella.

Aunque en un juicio se demuestre de manera absoluta, clarísima, rotunda, que la acusación es falsa, que incluso se compruebe que la persona acusadora actuó de mala fe y, a veces, para provecho propio o venganza; aún así siguen habiendo personas que piensan que con dinero se tapan, se arreglan muchas cosas. Esto, cuando menos es muy triste, y dice muy poco en favor de esas personas que así piensan. ¿Qué ocurriría si esas personas fueran calumniadas? ¿Continuarían pensando igual? ¿No les puede ocurrir?

Unos días antes de escribir estas líneas me enteré que un joven ha pasado siete días en la cárcel siendo inocente. Su inocencia ha sido comprobada de forma total, sin la más mínima duda. Este chico, a pesar de estar preso tan sólo siete días, ha visto trastornada su vida. Su estabilidad emocional se ha alterado, de momento se ha vuelto desconfiado, agresivo, y además tiene miedo. Espero que se recupere, pero ¿le creerán verdaderamente inocente? ¿pensarán que cuando fue acusado sería por algo?

Un caso semejante, según leo en una conocida revista, es el protagonizado por una persona, contra un conocido grupo de trabajo, con publicaciones, conferencias, etc., en su andadura conocido a nivel nacional. Comenzó la acusación en un programa regional de televisión, en el cual se dijo que ese grupo era una secta destructiva.

A pesar de las rectificaciones que algunos medios se han visto obligados a realizar por la inexactitud, cuando no falsedad de las informaciones divulgadas, entre otros medios por televisiones públicas y privadas, las cuales no contrastaron debidamente la información, el honor del grupo sigue puesto en duda, al menos para esas personas que desconocen su trayectoria, sus publicaciones, su filosofía, sus conferencias, sus coloquios totalmente abiertos, etc.

Lo curioso del caso es que la persona que vertió las graves acusaciones nunca presentó denuncia alguna contra la presunta secta, al contrario, fue el propio grupo quien interpuso una querella contra esa persona por un presunto delito contra el honor. Posteriormente esa persona acusadora se desdijo, se retractó. ¿Podrá repararse el daño ocasionado? ¿Acabará aquí el asunto? Eso sin contar los muchos gastos en abogados y demás.

Hasta donde yo sé, ese grupo lleva más de veinte años de actividad. Lo forman más o menos unas siete personas, nunca han sido más de doce. ¿Cuándo se ha visto una secta tan reducida? No tienen líder ni rituales, dado que públicamente han repudiado tales dependencias. Han dado conferencias en muchas ciudades, en universidades, han participado en coloquios abiertos al público. Son un grupo de trabajo. No obstante, ¿podrán recuperar su prestigio?

Estoy convencido que muchos esquemas mentales y nuestra escala de valores están trastocados, es hora de revisarlos.

En cualquier caso, ¿al juzgar o criticar a otra persona o personas las mejoramos? Reflexionemos sobre eso.