Inolvidable
Teresa Mampel

De un frondoso carrascal

y un barranco sin agua

y de unos pinos verdes

hicimos una barraca.

Con una sierra en la mano

y un hacha para cortar

les quitaba a las aves

la vivienda sin parar.

Las urracas y los cuervos

no paraban de graznar

y con fuerza les decían

¡parar, parar!

La simpática abubilla

con su cresta les miraba

y por la noche el búho

lastimoso les cantaba.

Que se marcharan del monte

que no invadieran su morada

que dejaran la sierra

que tiraran el hacha.

Pero los hombres de monte

ninguno les escuchaba

se hicieron carboneros

y ese carbón se vendía

se pagaba muy bien

era carbón de encina.

El suelo era precioso

todo un pedregal

unas piedras preciosas

parecía que había estado el mar.

Las perdices se marcharon

los conejos se fueron

y otros fueron cayendo

en la trampa de los cepos.

Todo quedó arrasado

allí no quedó nada

sólo un recuerdo

sólo una añoranza.