Carta de Edelmira Brea Pitarch (hija de Aniceto Brea)

GRUPO ESTUDIOS MASINOS Ayuntamiento del Mas de las Matas (Teruel)

Como consecuencia de la lectura del libro CAMBRILES publicado por Uds. Les remito esta este escrito aclaratorio de algunos puntos que conciernen a mi padre Aniceto Brea Royo, y algún vecino más del pueblo de Ladruñan citado en el libro, esperando que le den difusión en sus publicaciones.

Aniceto Brea Royo en el año veinte se fueron a Cuba cuatro matrimonios. Todos volvieron a España. Aniceto era hijo único, y sus padres eran ya mayores. En Cuba siempre estuvo de encargado de trabajadores, dejó muchos amigos y una casa hecha por él y un amigo en San German, provincia de Oriente. Aquella casa aún está allí. Durante diecisiete años ha vivido un señor que llevaba las cuentas en las Industrias De Cuba y en estos momentos vive un médico con su mujer y su hija. En esta casa nací yo, y hace unos años la he visto y he sido recibida dentro de ella.

Aniceto tiene tierras en Ladruñán. Hoy son de los hijos, con escrituras legalizadas por el Sr. Notario de Caspe. La casa y el huerto las vendimos.

Aniceto jamás quiso matar a nadie. Si leen la carta que les envío, lo verán claramente. Muy al contrario, salvó la vida de una señora, y ella ha muerto sin saberlo. No puedo hablar más.

Referente a la María ni era bruja ni su hermano se volvió loco, fue un tío de María. Allí nadie era brujo solo había un fenómeno paranormal (o sea un espíritu) que penetró en su casa y no sabían como sacarlo. Se posesionaba de María y hablaba y escribía por mediación de ella. Son familia buena y honrada, con dos hijos en Zaragoza y uno en Barcelona.

Este Corbatón que dice ser escritor ha hecho mucho daño metiéndose en intimidades que a él no le importan, ojalá pueda leer esto. Yo creo que es hijo de Custodia, todas éramos amigas, y con la ciega Rosalía y Carmen igual. Carmen era un poco mayor.

Me das lástima Corbatón.

Edelmira Brea Pitarch

PD. La carta de mi padre que les envío, es fotocopia del original que la tiene un hijo.

Carta de Edelmira Brea Pitarch (hija de Aniceto Brea)

Señor Presidente del Consejo Municipal de Ladruñán

Seis meses de incertidumbre sobre la seguridad de mi persona, es tiempo más que suficiente para agotar las fuerzas del espíritu más templado.

Es mucho lo que se, lo que he visto y lo que he oido para resistir ni un momento más, a pesar de las seguridades personales que se me dieron al principio de este movimiento revolucionario, de lo cual estoy altamente agradecido a todas aquellas personas que hayan intervenido en mi favor.

Es tanto y tan grave lo que se habla públicamente con referencia unas veces indirecta y otras directamente contra mi persona, que, agregando a esas voces algunas actitudes individuales que he podido apreciar, que sería uno tonto de remate para no comprender, que se, lo de mi seguridad personal está sujeta a fluctuaciones y a las derivaciones de los acontecimientos actuales y futuros, tanto locales como generales.

¿Y todo ello porqué? ¿Qué causas, qué motivos fundamentales existen para que yo tenga que sufrir tamaña tortura?

El porqué y sus causas, está muy claro y lo sabe todo el pueblo.

¿Soy acaso fascista? ¡Bien saben todos que no; y saben también que todo lo que a mi me sucede no es más que porque de mí no han podido algunas personas hacer lo que hubieran querido y de ahí el odio y la rabia que se me tiene.

Todo ello está bien. Ya se que la decisión que voy a tomar me valdrá el título de “fascista” aplicado muy gratuitamente y se también que habré de atenerme a las graves consecuencias que puedan derivarse. Un consuelo me queda sin embargo, y es que lo hago contra mi voluntad, empujado por quienes vociferan su republicanismo de ocasión, por quienes sin haber saludado siquiera el ABC de las doctrinas socialista y libertarias se han convertido en un santi-amén, en érnulos de Marx, de Lenin o de Bakunin, con la “pequeñísima” diferencia (?) de que estos célebres apóstoles del proletariado, eran almas de luz y estos improvisados “libertarios”, su “luz” la tienen “debajo del celemín” y por ello atropellan a sus hermanos de clase. ¡Allá ellos con su responsabilidad moral! ¡Qué carguen con el tormento de su conciencia, que estoy segurísimo que lo han de tener, por mucho que quieran disimularlo…!

Bien saben todos que políticamente no he pertenecido a ningún partido y que mi situación en la política local, me la han deparado las circunstancias locales, y eso es todo.

No se dan cuenta esos señores de que ejercen una labor negativa para el triunfo moral de la revolución que dicen defender, y por si algunos lo han olvidado, voy a recordarles aunque no sea más que los hechos más salientes.

Me consta, que el mozo Domingo Folch Carbó, fue amenazado por algunos miembros del disuelto Comité.

Que contra mi sobrino Vidal Royo Iranzo, había tramado un complot y que con referencia a mí, se lleva el plan de sustituirme en el puesto de Vidal para los trabajos a que “había” sido destinado, en el caso de que haya que cubrir esa vacante y en otro caso para el segundo llamamiento soy el primero que tengo que formar y como quiero que son ya dos los fugados, se procurará que yo no me escape.

Lo que menos me importaría es ir a las trincheras 15 días, pero como ello es una venganza y no creo en la seguridad que me puedan ofrecer, pues yo me fugo también y voy a correr mi suerte y tal vez mi desventura, aunque ésta, ya la tengo hace días.

¡Ahí quedan pues mi madre, mi esposa, mis 4 hijos y el niño de mi amigo que por necesidad tuve que recoger…! ¡Ya verán ustedes lo que hacen con ellos en vista de que obligadamente se quedan sin el amparo paterno, quizá para siempre…!

Me he desahogado un poco en esta larga carta pero no del todo porque tengo una gran historia.

Solo le pido a mi estrella nos de salud a todos para volvernos a ver en tiempos mejores para todos y que tanto ustedes como yo podamos alegrarnos de que las cosas actuales y las pasadas no tengan fatales consecuencias para ninguno sin excepción.

Yo por mi parte estaré siempre dispuesto a perdonar y olvidar todo siempre y cuando se respete a mi familia y a todo vecino del pueblo sin excepción, pues de no ser así, si vivo y puedo volver con mayor libertad, me vería obligado a obrar en consecuencia, ya que ello habría colmado con exceso cuanto humanamente puede tolerarse.

Espero pues merecer de usted señor Presidente que este escrito será conservado para en su día si el caso llega y lo crean ustedes necesario, poder responder de cuanto afirmo y aún si lo prefieren, pueden leerlo públicamente para que el pueblo se entere y sepa los argumentos que expongo para justificar mi marcha.

Les saluda a todos, el ciudadano,

Aniceto Brea

Ladruñán, 31 de enero de 1937

P.D. Se me olvidaba decirles que estoy enterado desde hace tiempo, de que mi nombre se halla anotado en varios lugares y por ello no se olvidan de mí los camaradas que visitan estos pueblos.