La historia de Montenegro
Sergio Solsona Palma

A todos los masinos que vivimos fuera del pueblo siempre nos hace ilusión que cuando decimos que somos de Mas de las Matas a alguien, lo conozcan y te digan cosas como “Se comía muy bien en la fonda del chapa” o “mi cuñado es de por allí”.

Esto mismo me pasó hablando con mi vecino Manuel Montenegro. Manuel es un anciano con acento andaluz muy entrañable.

Cuando le conté de donde era agachó la cabeza y se puso a recordar y dijo:”Pues yo estuve por allí la primera vez hace mucho, mucho tiempo”.

Él era un joven guardia civil durante los años de la postguerra en Alcalá de la Selva, cuando les llamaron para venir hasta el pueblo para hacer el levantamiento de varios cuerpos. Entre ellos el médico. La historia seguro es bien sabida por las personas mayores del pueblo pero se escapa un poco a los más jóvenes. Apenas tenía una vaga idea de un asesinato en la cuneta de la carretera de Castellote, un cadáver al que le camuflaron una bomba que explota, muertes y una cruz al lado de la curva. Para Montenegro no era una leyenda, era la rutina de su vida en aquella dura época.

Creo que la cruz la quitaron cuando ensancharon la carretera y así se lo dije.”Es normal, el progreso no se detiene” me respondió.

Por lo que me contaba, esta práctica se repitió en otras ocasiones por la comarca pero avisados como estaban no produjo más víctimas la macabra trampa.

En otra ocasión, en Alcala él fue el “voluntario” para atar una cuerda al tobillo del desdichado y tirar de ella para que el artefacto estallara. Con un humor negro que sólo los curtidos veteranos tienen dijo:”Sólo me quedé con la bota”

Las atrocidades ahora las vemos por la tele como lejanas pero no está de más que, aunque sea por casualidad, alguien te recuerde que no hace tanto pasaban aquí mismo.