Hace pocos días nos han llegado las publicaciones que el Centro de Estudios Locales de Andorra ha editado con motivo de las jornadas que sobre “El oficio del minero” se celebraron en dicha villa en la segunda quincena de mayo.

“Tierra adentro. Nueve relatos mineros”, “La mina en verso. Antología de poemas mineros” y un monográfico sobre el carbón en el que han tenido un papel destacado los profesores del andorrano IES Pablo Serrano.

Todo nos sugiere que una cultura se extingue también en el corazón de la cuenca minera. Una tras otra las explotaciones en galería han ido cerrando quedando sólo algunos tajos a cielo abierto en los que potentes máquinas y vehículos han sustituido de forma casi absoluta la función de los obreros.

Y sin embargo no está tan lejos la estampa del autobús de la empresa que recogía a los mineros masinos en la plaza. O la familiaridad de nombres como Ariño, Estercuel, Palomar, la Val de Foz, la Oportuna, la Cañizara....

El Mas no ha tenido minas y sólo unas migajas ha visto del Plan de la Minería. Pero ha aportado brazos y también ha pagado su tributo de amigos y familiares que se nos fueron en los tajos. Las minas han sido para los más una bendición. Jornales e independencia en un tiempo en el que a otros muchos les tocó marchar a las ciudades.

Allí aprendieron muchos masinos la conciencia sindical e incluso la política. Pero sobre todo allí se tejieron sus sueños de prosperidad para ellos y sus familias, al tiempo que las vagonas y las cintas sacaban el carbón al sol los lunes, los martes, los miércoles, los...