Nuestro río Guadalope

José Antonio Añón Peralta

Empujado por la editorial del número 279 de El Masino, e invitado de nuevo a reencontrarme con las páginas, por lectores y columnistas, de este nuestro boletín mensual, no he dudado ni un ápice en desarrollar un tema que me interesa, y en cierta medida conozco.

No se si sabrán, y si no se los digo ahora, de mi afición al senderismo y a toda clase de marchas por caminos balizados entre la naturaleza, o callejear por pueblos aragoneses, lo cual me ha llevado a visitar en los últimos años un amplio cupo de parajes y poblaciones, algunas de las cuales me ha maravillado y he mostrado una envida sana respecto al paradero encontrado. Me refiero, en este caso, a lo bien conservadas que me he encontrado diferentes riberas fluviales, con senderos marcados en el que es un deleite transitar, y en el que alguno se acompañan de escuetos paneles informativos donde nos detallan la fauna y flora que asolan estos parajes.

Ejemplos hay múltiples y variados. A saber. En Calamocha, entre el puente romano y los lavaderos por el río Jiloca; en Villafeliche, en este mismo río desde el antiguo molino harinero hasta los molinos de pólvora; el río Mezquín, en su recorrido desde La Codoñera a Belmonte de San José; el regenerado y cautivador paseo por el río Guadalaviar en Albarracín; los parques fluviales del río Gallego en Zuera, del río Huerva, en Muel o de “nuestro” Guadalope en Alcañiz; el río Matarraña en el inigualable paraíso mágico del Parrisal de Beceite; el entorno de las pozas de Pígalo en Luesia, los Ojos de Pontil en Rueda de Jalón; la senda de Izarbe en Caldearenas, el transitado nacimiento del río Pitarque; el río Huecha con telón de fondo de la antigua muralla medieval en Agón, o los alrededores del río Ijuez en La Garcipollera jacetana y por supuesto cualquier tramo fluvial del Pirineo o la Sierra de Guara, (pero esto es un mundo a parte y no apto de comparación). Sobre estos lugares son de donde tomar ejemplo, cómo se han recuperado las riberas para uso y disfrute de viandantes, por que también, estimados lectores, me he topado con recorridos que para nada quisiera que se parecieran a nuestro río Guadalope, faltos de limpieza e higiene, descuidados, donde la basura de la última crecida espera a la siguientes que la arrastre cauce abajo, o saciados de hormigón y cemento donde rompen toda la armonía con la naturaleza, encajonando el cauce artificialmente sin parecerse en nada a lo que antaño fueron, por lo que se obviará citar estos lugares, para evitar desagradables acercamientos.

Para concluir quisiera recomendar dos publicaciones donde se describen rutas en tornos a los ríos, una es el coleccionable que hace breves fechas ha comenzado a repartir gratuitamente El Periódico de Aragón, los sábados, compuesta por 18 entregas bajo el nombre “Los Ríos de Aragón” y otra, un libro coeditado por el Instituto Aragonés del Agua y Prames titulado “70 Paseos por los Ríos de Aragón: Puntos Fluviales Singulares”. Asimismo me complace compartir una serie de Webs que tiene relación con el río Guadalope y las he encontrado interesantes:

www.adinte.net/castelseras/Varios/guadalope.htm

www.turismomaestrazgo.com/centros/fluvial/guadalope.htm

www.masdelasmatas.com/turismo.php

www.omezyma.es/rutas/rios4.html

www.guadalope.maestrazgo.org

Como bien se decía en esa editorial que he mencionado al comienzo de este artículo, si el río Guadalope es emblema de Mas de las Matas, no renunciemos a su vida, queda tanto por divisar en esos cortos kilómetros que discurre por el término municipal, que incluso nos sorprenderíamos con lo que hallas tras un corto paseo.