El río que nos lleva

Podemos considerar que el Mas tiene múltiples activos, muchos factores favorables. Pero si en uno coincidimos mucha gente es su privilegiada proximidad al Guadalope. Sin embargo el río, que es emblema del pueblo en muchos sentidos, es uno de los aspectos menos cuidados que tenemos y aún así es una joya, una maravilla.

Es cierto que el río y sus riberas ya no son lo que eran. Los muy abuelos nos describen el río que conocieron de jóvenes de tal forma que se nos hace irreconocible. Por la fauna y por la relación de los masinos con él. Es hora de que volvamos la mirada hacia un Guadalope que es vida y está en la vida de todos nosotros.

En breve van a comenzar los trabajos de construcción de la depuradora. Falta hacía porque da pena ver el río aguas abajos de los actuales puntos de vertido. Las piedras y el lecho del cauce tienen ese verdín que refleja la agresión a que lo sometemos. Pero no es solo eso. Hay mucho por hacer.

El Guadalope se ha convertido en este tramo casi en un simple canal que comunica los dos pantanos. Todos recordamos momentos en los que el caudal se ha alterado de manera artificialmente dañina. De soltar agua sin conocimiento a dejar el río seco con la trágica mortandad de peces.

Las sargueras y zarzales descontrolados, los troncos de árboles muertos caidos en la ribera... ¡Qué pena! Cómo hemos podido dejar perder nuestro principal espacio de riqueza, ocio y contacto con la naturaleza. Y sin embargo cualquiera que se acerca a sus orillas se percata de la tremenda fuerza que tiene la vida que en ellas se desarrolla. No en vano nuestro río forma parte de un espacio de la red Natura 2000 europea.

Hemos de impulsar un plan de regeneración y atención. Un plan que nos haga sensibles a su mantenimiento y disfrute. El río es agradecido y nos lo compensará con creces. No os extrañe que a partir de ahora EL MASINO le dedique más líneas, imágenes e ideas. A fin de cuentas es, como la novela de José Luis Sampedro, “el río que nos lleva”.