Incertidumbre planetaria
Jesús Timoneda Monfil

Lo que algunos veían venir con claridad, como el señor Gunaratna, otros intuían, y algunos sospechábamos, se ha manifestado al fin con una cruda realidad espantosa. Me refiero a la extensión y muy probable generalización planetaria del terrorismo islamista, que se hizo patente el 11 de Septiembre del año 2001, con la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, y que se va esparciendo por el mundo.

Aquí en España, por si acaso no sufríamos lo suficiente con el terrorismo de ETA, ahora nos vemos inmersos también en las amenazas, las secuelas, el dolor y la muerte, del terror sembrado por el grupo islamista Al Qaeda. El atentado ocurrido en Madrid el 11 de Marzo del año 2004, ejecutado y reivindicado por el mencionado grupo islamista, que ha causado casi 200 muertos y unos 1500 heridos, es una tragedia infame que los españoles tal vez nunca olvidemos.

Ignoro si España se hubiera convertido en objetivo terrorista islamista, en el caso de que el entonces presidente Aznar no se hubiera hecho “la foto” en Las Azores junto a Bus y Blair, apoyando políticamente la invasión de Irak. Nunca lo sabremos. De lo que si estoy completamente seguro es que la decisión del señor Aznar de apoyar la guerra favoreció el hecho de que esos terroristas fanáticos islamistas de Al Qaeda colocasen a España entre sus más inmediatos objetivos. Al señor Aznar le debemos eso. ¿Acaso perdió el sentido de la realidad, a pesar de las numerosas y multitudinarias manifestaciones en contra de la guerra?

A mi juicio, el terrorismo islamista ha pasado hasta ahora desapercibido. No se le consideraba peligroso, aun conociendo al parecer el propio Washington algunas informaciones. Apenas se le prestaba atención, porque, claro, no había atacado todavía el corazón del “imperio”, es decir, Estados Unidos de América. Este gran país casi ignoraba o no hacía apenas caso de otras bandas terroristas que operaban en otros países. Este país, el más poderoso del planeta, jamás había sufrido un ataque o un bombardeo en su población civil. Las guerras siempre tenían lugar fuera de sus fronteras. No obstante ahora ya conocen en sus propias carnes el dolor, la muerte, las secuelas, el miedo, la angustia, etc., al ser atacados en su propia casa. Se dieron cuenta de su vulnerabilidad. Con todo y ser la mayor potencia del mundo han comprobado que no están a salvo. Y, claro, han reaccionado. Lamentablemente este terrorismo islamista parece que está muy extendido y consolidado en todos los aspectos: financiero, grupos de apoyo, países colaboradores, propaganda, reclutamiento, etc. Ojalá me equivoque, pero dada la inestabilidad política de muchos países musulmanes, su atraso cultural, su subdesarrollo económico y social, su pobreza, etc. y además su religión, forman un caldo de cultivo favorable a los posicionamientos radicales y extremistas que puede penetrar, como si de un virus se tratara, en muchos de esos países, derribar a los gobiernos actuales, conseguir el poder y apoyar claramente a Al Qaeda. Visto así, el tirano Sadam Husein era un factor de estabilidad, al tener controlados a los radicales. Si exceptuamos a China y tal vez India, las naciones más pobladas del mundo, que nada indica que se vean involucradas en estos ataques, y que es probable que intenten obtener provecho, es muy posible que el resto del planeta, de una u otra forma, se implique y tome posición en esta guerra larvada que es el terrorismo islamista.

No sirve para nada que se aplique la pena de muerte para estos terroristas, puesto que según sus creencias, si mueren o se inmolan por “la causa” serán considerados mártires y, tras abandonar la vida, conseguirán vivir al otro lado en el paraíso prometido rodeados de todo tipo de placeres. Son kamikaces fanáticos, suicidas convencidos y mártires. ¿De que sirve nuestra filosofía occidental para luchar contra esta gente, si para ellos la inmolación es un triunfo? Ya sé que estos musulmanes son una minoría, pero al estar bien organizada, puede hacerse con el poder en cada país por medio de la violencia.

Si lamentablemente este terrorismo se generaliza por todo el planeta, sus consecuencias pueden ser terriblemente trágicas, mucho más que hasta ahora. No deseo alarmar, sin embargo estoy pensando en la posibilidad de que estos terroristas tengan acceso a las armas nucleares, químicas y bacteriológicas. Sabemos que tras la caída del comunismo en Rusia, y el posterior desmembramiento de la antigua Unión Soviética, apareció un mercado nuclear clandestino, con el peligro que ello supone. Si a eso añadimos que Pakistán es un país musulmán que posee bombas atómicas desde hace mucho tiempo, es fácil deducir que si este país cayera en manos de Al Qaeda, esa posibilidad de acceso a las armas de destrucción masiva sería una realidad peligrosísima.

Lo que si se puede afirmar es que la incertidumbre se ha introducido dentro de nosotros, así como el incremento de la angustia y la ansiedad. La desconfianza, el recelo, es muy probable que se instalen entre nosotros. Que veamos enemigos en nuestros vecinos, compañeros de viaje, de trabajo, etc. Todo esto es una pena. Nuestra calidad de vida puede verse disminuida. ¿Hacia donde vamos? ¿No es hora ya de revisar nuestros valores, nuestros esquemas mentales en profundidad? Con más violencia no conseguiremos nada, si acaso defendernos. Espero que hallemos una solución pacífica. Así lo deseo.