La nostalgia de las fiestas

Evaristo Espada

Entrado ya el mes de Septiembre y con mucha más tranquilidad que la vivida el pasado Agosto, voy a escribir un poco sobre las fiestas Patronales que viví con “casi” todos los masinos en ese estimado pueblo. Esas fechas coincidieron con los últimos días de mis vacaciones de verano, tanto es así que el martes veinticuatro día de la vega ya tuve que regresar a Mataró, mi lugar de residencia.

El miércoles por la tarde visité la exposición de cuadros de Laude Torres en la Casa de Cultura. Tanto a ella como a sus hermanas Tere y Montse les dije entonces lo mismo que escribo ahora, que sería muy visitada por el público al tratarse de una colección completa y muy bien hecha, que sin duda estuvo a la altura de cualquier otra realizada anteriormente en el Mas.

FOTO ALFREDO

El jueves al mediodía en el chupinazo estuve animado en la Plaza contagiado por el primer ambiente festivo. La sangría refrescó la garganta y alivió un poco el calor de la tradicional puesta de carros para los toros.

Por la noche después de cenar muy bien en la peña, llegué pronto a la Plaza y busqué un buen sitio en el remolque de Ramón Zaera para ver la presentación de las Majas con aquel escenario tan bonito de fondo. Como las Majas ya sabemos que son “Majas” no hace falta opinar otra cosa de ellas, pero sí que quisiera resaltar y dar la enhorabuena a Aure Blasco, la presentadora, porque sin trabajar en ningún medio de comunicación estuvo muy bien, como mínimo a la altura de su compañero.

El encierro de las vaquillas no estuvo mal, yo pude verlo con Joaquín Sánchez junto a los corrales y fue uno más de los tantos a los que he asistido desde mis años de juventud, pero sólo hubo “vaca aquí, vaca allá”.

El desfile de las carrozas del viernes si no recuerdo mal, batió todos los récords de participación hasta la fecha. Un gran espectáculo de sonido y color inigualable en su género debido a las numerosas peñas que concursaron en él. Sin duda tenemos asegurada esta hermosa tradición, o al menos a mí así me lo parece.

Las vaquillas de la tarde en la Plaza estuvieron bien. La primera res brava resultó ser un señor novillo, quizás demasiado toro para el círculo taurino masino, pero al final no hubo que lamentar ningún revolcón y el festejo estuvo aceptable.

El verdadero show lo protagonizó el torico de los chicos pequeños, que bramando y corriendo sin parar dio un buen susto primero a una niña y después a dos más que chocaron fortuitamente entre sí antes de que las pisoteara sin enterarse de la hazaña realizada a la vista de todos.

Los toros de fuego se soltaron en un recorrido distinto y menos adecuado al habitual por encontrarse este en obras, pero en líneas generales resultaron como siempre, bien.

Del sábado sólo voy a comentar dos cosas. El castillo de fuegos artificiales no fue demasiado largo como en otras ocasiones, pero me gustó bastante, porque llenó de colorido, luz, ruido y humo, el cielo estrellado del día veintiuno.

Por la noche fui al baile y sinceramente el grupo musical contratado no fue de lo mejor de la fiesta. No se escuchaba bien el sonido y mareaba un poco la cabeza, así que lo mejor será no contratarlo en años venideros y mucho menos para la noche del sábado, que es cuando más juventud acude al recinto del Patio de las Escuelas.

El domingo por la mañana amaneció el pueblo con el segundo encierro. En este sí que lo pasé de cine con Miguel Borruel en la calle El Mesón tras la reja del Edificio Santa Flora. Las vacas y los novillos pasaban y embestían muy cerca de nosotros, así es como se comprueba realmente primero lo grandes que son, y después los flamantes cuernos que lucen en sus cabezas.

Con el fin de descansar un poco tras las emociones fuertes, a media mañana me acosté.

Por la tarde estaba programada la tirada al plato en una modalidad desconocida hasta entonces para mí, la de recorridos de caza. Entre las personas que me conocen, pocas habrá que aún no sepan que me encanta la caza y el tiro, así que a Santa Bárbara subí puntual a tirar unos cuantos tiros.

Hubo muy poca participación porque al final solo fuimos cinco los cazadores que disputamos los tres trofeos preparados para tal fin, no sé si porque los demás estaban durmiendo la siesta, cazando la media veda, o simplemente no se animaron para acercarse a concursar y tomar el aire con nosotros.

Sí quiero agradecer la colaboración desde aquí a Víctor Manuel Edo y a Eugenio Mateo, que sin ser de la comisión lanzaron platos cada uno en una máquina.

Bien entrada la noche no podía perderme el toro embolado en la Plaza. Aquello sí que fue un toro “toro”“ porque cuando decidió correr, lo hizo al menos en tres ocasiones con una arrancada similar a la comparsa del fórmula I que realizaron La Cabra y su Mariachi, caso de que el bólido hubiera corrido en un circuito cerrado de velocidad.

Por muy poco, pero finalmente para bien de todos tampoco ocurrió ninguna desgracia entre el público asistente.

Y esa misma noche Camaleón fue con ventaja el mejor grupo que actuó en todas las fiestas masinas. Ya sabemos lo que tenemos en casa, así que a cuidarlo y a servirnos de él para alegrar los ánimos en años venideros.

La comida en la calle estuvo francamente bien, buena y abundante hasta en los últimos cafés. La simpática Anabel Royo pudo grabar imágenes más que suficientes para que la televisión la Comarca de Alcañiz recibiera el material audiovisual y emitiera un buen reportaje de las fiestas de este pueblo.

A pesar de que era lunes, las actuaciones de esa tarde en la Plaza fueron las más divertidas y vistosas de todas las que yo he presenciado y recuerdo en años anteriores.

En el baile de disfraces nocturno también hubo bastante participación y resultó muy entretenido. Yo aguanté el tipo hasta las tres de la mañana, hora en la que ya di por finalizadas tanto las fiestas como mis últimas horas libres de ocio.

El colectivo de jóvenes que formaron la comisión de fiestas resultó sencillamente sobresaliente. Hay que decirlo así de claro, porque trabajaron con mucho entusiasmo e ilusión, y eso se nota en el resultado final obtenido en la calle.

Ya sólo me resta comentar que, valorado globalmente, este año yo he vivido unas fiestas brillando a gran altura de eso no me cabe la menor duda, porque eso es lo que me indica mi estado de ánimo.

Ahora quiero dedicar la copa que gané en el tiro al plato a Gloria Figuerola, mi mujer, porque por circunstancias laborales fue la primera vez en su vida que no pudo estar a las fiestas del verano de su querido pueblo.

Y a mis amigos de la peña Los Calaveras, tal y como ya les indiqué con un gesto sincero de complicidad el día que la recogí en la Plaza. Chicos, va por vosotros.