El cine de los 40... y antes
Andrés Mata Capablo

El artículo aparecido en el último número del masino, relativo el cine Alexandre, trajo a mi memoria anteriores experiencias personales en este tema que no puedo resistirme a relatar porque también forman parte de la misma historia.

La primera vez que yo conocí el cine en nuestro pueblo se remonta a los años treinta, antes de nuestra Guerra Civil, de tan infausto recuerdo.

Recuerdo, como recordarán muchos amigos de “mi quinta” y anteriores, que unos “ungaros” -así como suena sin h y sin acento, instalaron en la plaza un proyector movido a manivela, por supuesto, y deleitaron a la concurrencia con una película del Oeste, la única de que disponían, y un espectáculo complementario que consistía en iluminar con focos de color las evoluciones de una bailarina disfrazada con unas alas transparentes en forma de mariposa. El efecto visual era mágico para nosotros los niños y complacía mucho a todos los asistentes. Creo recordar que la película se llamaba “TOM MIX Y CHISPITA”(Chispita era un hermoso perro lobo) y como todas las películas del genero, estaba llena de cabalgadas, tiroteos y “buenos y malos”. La artista femenina, por otra parte, tenía un nombre muy sugerente: “La Paloma Blanca”.

La proyección se hacía en la fachada que hay entre la casa de Ireneo Gracia y Sebastiana Monterde. Una simple sabana era utilizada como pantalla. Por supuesto, cada uno llevaba su propia silla para ver la función, y al finalizar el acto se pasaba la bandeja para recoger las escasas”perricas” y algún “perrón” (cinco o diez céntimos) con que se premiaba a los artistas ¡Felices tiempos aquellos… a pesar de todo!

Avanzados los años cuarenta, creo recordar entre el bienio (42-44), llegó por fin al Mas el -cine de verdad.

Un grupo de amigos - Andrés Mata “el de los lentes”, Francisco Cortés “el Rubio” y Manuel Peralta “el Alpargatero” constituyeron una sociedad para la explotación del CINE ESPAÑOL, ubicado en lo que entonces era el Molino de Aceite. La sala tenía una doble aplicación, por la tarde era salón de baile y por la noche de cine. El trasiego de asientos permitía atender ambas actividades. Es curioso recordar que a falta de calefacción, algo impensable en aquel tiempo, algunas mujeres la suplían con pequeños braseros de mano que, rellenos de brasa permitían al menos, conservar el calor en los pies.

Esta novedad tuvo un gran éxito. Tanto que, andando el tiempo, se amplió también a Castellote y Aguaviva. La misma película se exibía en los tres pueblos en horarios distintos mediante el traslado de los rollos que componían el repertorio. Claro qué, a veces, una avería en el proyector o en el coche que transportaba la película, obligaba a hacer un paréntesis de espera que en ocasiones se traducía en un sonoro pataleo. El coche utilizado era un viejo Renault convertido en furgoneta en el que yo mismo hice mis primeros ensayos como conductor, sin carné, por supuesto. También tuve mi protagonismo como encargado de anunciar en un tablón la programación. En letra gótica si se trataba de temas históricos, letra inglesa para las comedias y de palo para las de aventuras.

Siento no recordar el título de las películas que por aquel entonces estaban en boga. Si recuerdo, sin embargo, que el día que se presentó “NOBLEZA BATURRA”, el lleno fue absoluto… y un buen negocio para los empresarios. El Nodo era de obligada proyección, y nadie en su sano juicio llegaba tarde a su inicio. El fervor patriótico estaba en pleno auge y no es de extrañar que películas cuyo tema tenía relación con los Reyes Católicos, Colón o La Legión, fuesen acogidas con simpatía y entusiasmo.

El “destape” tardó algunos años en llegar, y había que conformarse con atrevidas pero leves insinuaciones que apenas dejaban satisfechos a los espectadores… masculinos. Lo que si que es cierto es que el cine abrió nuevos horizontes en nuestras mentes y nos dio a conocer un mundo desconocido para todos nosotros. Bendito sea, pues, el cine por lo que aportaba y sigue aportando a nuestros conocimientos, aunque en el momento actual, lo que entonces pecaba por defecto hoy peca por exceso y apenas deja lugar a la imaginación.

En aquel cine y en aquel baile, se fraguaron muchos noviazgos que acabaron en boda y que hoy, son respetables padres de familia, o abuelos, que siguen disfrutando del cine en nuestra Casa de Cultura.