Sobre el nombre de las calles
Andrés Añón

Decía Miguel Ángel Royo en las charradicas del Masino de diciembre, que en el callejero masino se da el caso de aplicar el seudónimo de una calle a todas sus ramificaciones -caso de La Palanqueta -, y también que abundan los nombres agropecuarios en las nuevas designaciones: Trascorrales, Eras, Oliva, Trilladora...

En realidad este callejero, sobre todo el más moderno, escasea en originalidad y apenas se da importancia al bautismo de nuestras calles, cosa importante teniendo en cuenta que un nombre no es cualquier cosa y que incluso puede imprimir un carácter a su posesor, en este caso a sus vecinos.

En el origen del municipio tampoco se concedió importancia a estos calificativos, y las calles iban tomando el nombre de alguno de sus vecinos. Así se llamó calle de Francisco Cid a la actual Lonja, y de Valero Carceller a la de Teruel, calle de José Barberán a la Costera y calle del Cura a la Mayor. También se designaron calles por la existencia en ellas de algún edificio singular, como el Mesón, el Horno Viejo, el Estudio..., o simplemente por la tipología del terreno o la toponimia de las partidas colindantes; así siempre se llamó De la Agüera a la calle que era el desagüe del pueblo, calle De las Moreras a la actual del Rosario, Nueva de las Eras a Santa Lucía y calle Palanqueta a todas las que lindan con esa partida.

Durante el siglo XVII las cofradías rebautizaran algunas vías: San Miguel, San José, Santa Lucía, Virgen del Rosario... Después, en época reciente, los políticos republicanos y los generales franquistas dieron su nombre al viejo callejero apropiándose de las antiguas nominaciones, pero con la democracia se restablecieron los apelativos.

Dejando atrás la historia, resulta que el pueblo crece – en extensión – algunas de las antiguas vías, cuyas traseras no eran más que corrales, ahora toman el carácter de calle de verdad: La Palanqueta es todo un barrio, San Roque tiene dos travesías, lo mismo pasa con la del Rosario. Calles nuevas se abren por doquier, se denomina Coronilla a toda una urbanización. Conviene pues una nomenclatura actualizada; es entonces cuando falta la inspiración a la hora de designar el nombre a una nueva calle, porque llamar Almendros o Banquicos a las nuevas avenidas resulta como mínimo simple.

En el mismo artículo Miguel Ángel alude a Eloy Fernández Clemente al decir que casi nadie sabe quienes son los personajes que dan nombre a las calles y que no siempre fueron homenajeados con justicia.

Al leer esto pienso que Mas de las Matas no tiene ninguna calle dedicada a alguno de sus hijos que destacaron por alguna cosa. A lo más a nuestro vecino Don Agustín Plana, que tanto hizo por la pavimentación de las calles. Sería pues más justo y adecuado dedicar las nuevas calles a algún masino de renombre que a cualquier accidente o anécdota del terreno. Eso sí sabiendo quienes son y sacándolos del olvido al que los tenemos sometidos.

A modo de propuesta se me ocurren cuatro personajes históricos que merecerían figurar en el callejero. El primero sería Mn. Diego Sanz, párroco de Mas de las Matas desde 1646 hasta 1676; hombre culto, escritor y principal impulsor de la edificación de la ermita de Santa Flora, tan fuertemente arraigada en el alma masina. Después vendría Baltasar Mateo, famoso escultor nacido en el pueblo hacia 1650; ejecutor del retablo mayor de la parroquial de Andorra, de la de Torrevelilla, del retablo de la Virgen de la Fuente de Castellfort , de la Cruz cubierta e la Balma, y de otras importantes obras. También ocupó el cargo de justicia municipal, desde el que propulsó la creación de la primera escuela que tuvo el pueblo.

En el siglo XVIII tenemos a dos masinos importantes, primero al padre Benito Feliu de san Pedro, ilustre teólogo nacido en Mas de las Matas en 1732, Formado en Valencia y Roma fue un gran reformista que rechazó la mitra arzobispal para dedicarse por entero a sus estudios. Miembro y presidente de la Sociedad de amigos del país fue un gran científico muy alabado por sus contemporáneos. A él se debe la obtención de la reliquia de san Felix para Mas de las Matas.

En el campo militar tenemos a Juan Antonio de La Mata y Barberán, nacido en el municipio en 1737. Heredero del antiguo linaje La Mata, fundadores del caserío. Partió como capitán de los ejércitos reales a Panamá donde obtuvo el título de Virrey de ese estado. Fue nombrado caballero de la Real Orden de Carlos III, el título más importante de la época, y gozó de gran estima entre sus contemporáneos.

Considero a estos personajes muy apropiados para dar título a las nuevas calles, pero por supuesto hay muchos otros, tal vez más modestos en su vida pública pero entrañablemente unidos al municipio y que llevaron el buen nombre de su pueblo más allá de sus fronteras.