Un año especial
Gloria Figuerola

Aquí está mi pequeña colaboración para esta edición tan especial de “El Masino”, como es la celebración del 25 aniversario del GEMA.

Siempre me he sentido sensibilizada con las personas que padecen alguna discapacidad, sentimiento posiblemente magnificado cuando la Mala Fortuna tocó con su varita a mi familia y afectó a mi sobrino, Diego. Pero este año ha sido muy especial para mí porque he convivido, gracias a mi trabajo, con este colectivo.

Como todos ya sabréis, en 2003 se ha celebrado el Año Europeo de la Discapacidad, cuando reivindicar no habría de tener sentido, tendría que ser una realidad. Lo lamentable es que aún se celebre un año por eso y se sigan inaugurando plazas y sitios públicos con barreras arquitectónicas (como dijo un orador en una conferencia a la que asistí).

Hay personas con algún tipo de discapacidad tanto física y/o psíquica como sensorial que se sienten discriminados a la hora de encontrar un trabajo y tienen necesidades como todo el mundo. ¡Necesitan un trabajo digno para sobrevivir! Yo creo que si nos valorasen por nuestras discapacidades, posiblemente nadie ocuparía el lugar donde está; muchos empresarios, cuando les preguntan si contratarían a discapacitados dicen que sí, pero después no lo cumplen, solamente ese 2% de discapacitados que, por Ley, han de tener las empresas (suerte de las leyes).

También tienen muchos problemas con las viviendas, no todos los constructores a la hora de hacer una casa o bloque piensan en hacer un piso o dos para personas con minusvalía. En este caso, el gasto sería mínimo, en cambio, después de comprarlo, cuando lo tienen que adaptar a sus necesidades, necesitan un dinero extra que en muchas ocasiones no tienen, entre otras cosas debido a los problemas para encontrar un trabajo estable como he mencionado antes.

Como dijo Montse Castañer en “El Masino” de marzo de 2003: “todos somos discapacitados para unas cosas y capacitados para otras”. El problema es que cuando vemos a un discapacitado sólo vemos eso, no de lo que pueden ser capaces.

Y voy a acabar mi colaboración con una conversación que tuve con una joven con síndrome de Down:

- Gloria, ¿tienes hijos?

- Sí, dos.

- ¿Con síndrome de Down?

- No, pero mi hija lleva gafas, mi hijo tiene el pelo largo, yo soy bajita...

Todos tenemos mucho que aprender y recapacitar. ¡Todos necesitamos ayuda en algún momento!