El contrapunto.com
Antonio Sisqués Pérez

Un anuncio en televisión de una cadena de bares de comida rápida, de la que probé un bocadillo hace más de quince años, nos ha ofrecido la versión que tienen del campo y de la agricultura los publicistas de la ciudad. Porque puedo asegurar que, esa idea de que se respira olor a estiércol, se cuida a bichejos traicioneros y se disfruta de la lumbalgia va en consonancia con su capacidad a la hora de preparar los “bocatas”, que dejan mucho que desear.

Precisamente este año, que he disfrutado de estancias prolongadas en pueblos más o menos pequeños, he detectado, así a ojo, -no tengo datos fiables- una mayor afluencia de veraneantes en los mismos. Los malpensados dicen que como en la ciudad no es oro todo lo que reluce, entre pisos de muchos miles de euros y coches de categoría por pagar, pues hay que recalar en el pueblo y no en Torremolinos o Benidorm, como antes. A pesar del olor a estiércol, la estancia resulta más barata y siempre se vuelve a casa con algún producto típico, que sabe a gloria, sobre todo si se compara con los bocadillos que decía al principio.

Y así, entre campo y playa llegamos al Jueves de Fiestas con una presentación de las majas brillante, aunque me sigue sobrando el murmullo de la gente mientras las autoridades o presentadores están hablando. Pero claro, es normal, pues además de la presentación y acto inaugural de las fiestas sirve para que los recién llegados saludemos a amigos y conocidos. Y tantas personas hablando aunque sea bajito, pues resulta un murmullo importante.

Bravo por la comisión y felicitar a los participantes en el desfile de carrozas. Allá por el año 91 o 92, en mi última participación en el desfile, había 16 carrozas, se tuvo que entrar a la plaza en dos veces de 8, se bajó hasta la cuesta de la Cruz y fuimos página central a color del Heraldo de Aragón. Después de unos años de cierto bajón, parece que se ha vuelto a recuperar el empeño y la ilusión con gaiteros y “majorettes” de la localidad. A ver si vuelve a ir para arriba y ahora que hay televisiones en la zona, se da a conocer un poquito más el desfile. Hay sitios, donde aprovechan el desfile de carrozas para incluir publicidad en los tractores. No sé, lanzo la idea. Igual permitía de alguna manera sufragar los costes que conllevan. A lo mejor con publicidad y televisión, aparecían grandes inversores.

Siguen siendo las Peñas el alma de las fiestas. Unas, con todos los lujos y mucha armonía, otras con lujos y sin armonía, otras con armonía y sin lujos y otras sin nada de nada, pero siempre con un grifo de cerveza para dar de beber al sediento lugareño o al forastero atrevido.

Muchos toros este año, en la tarde del viernes. Siento decir a los aficionados masinos entre los que presumo de contar con grandes amigos que es tan grande su afición como su prudencia por no decir miedo, y que salvando algún gesto heroico por parte de algún joven de la localidad, la exhibición de ganado vacuno, me resultó un tanto aburrida.

En las madrugadas, la mezcla de vacas bastante resabiadas con el alcohol y la osadía de los veraneantes produce un cóctel de emociones fuertes y algún revolcón de esguince y arañazos. Espero que se vayan recuperando las magulladuras y contusiones de los damnificados.

El toro embolado, como novedad estuvo muy interesante, pero si nos tienen que venir a traerlo, a soltarlo, a embolarlo, a torearlo, a encerrarlo, y a recogerlo, tendremos que admitir que no es una tradición muy arraigada en nuestro pueblo. Aunque a base de insistir, también se crea la afición, claro está.

Eso sí, sin quitar ni un solo toro de fuego, pues parece que hay mucha gente que prefiere mucho más correr entre borrachos y petardos, que hacerlo ante una bestia de 500 kilos con los cuernos al rojo vivo.

En cualquier caso sí es cierto que hay más participación en los toros de fuego, de la que hubo en el de las bolas.

Las orquestas como siempre, muy buenas, y el sábado el baile a tope, como siempre también, y la idea de los almuerzos en las peñas es estupenda, aunque en alguna no hubo pan ni para los quince primeros, pero eso sí, se podía hacer bocadillos de chorizo entre jamón y jamón. Me vienen a la memoria aquellos magníficos huevos fritos en la Peña La Mateva. A ver si se vuelve a poner de moda otra vez el almuerzo calentito. Aunque para almuerzo bueno el de Angelines Mir a primeros de agosto, eso sí que es un almuerzo.

Mención especial a la exposición de José María y María José, que nos ofrecieron una surtida muestra de su arte en el salón social.

No estaría de más, como antaño, intentar potenciar el acto de la entrega de premios y trofeos. Recuerdo que en tiempos aparecían artistas aficionados locales y nos deleitaban con chistes o canciones. A lo mejor una forma de darle más colorido sería aumentar el número de premios, el importe de los mismos, o premiar de alguna forma simbólica, como se hizo en su día, al más viejo del lugar, al gozador de las fiestas o a la mejor peña. En fin, en el último caso hacer un “karaoke”; cualquier cosa que permitiese mantener el interés por el acto y aumentar la participación local, que al fin y al cabo a la mayoría nos gustaría más que el flamenco.

En definitiva un sobresaliente a la comisión y a esperar el año que viene. Como sugerencia, y dirigido a quien corresponda, deberían pagar a la comisión unas vacaciones en alguna parte después de las fiestas, pues trabajar para que otros se diviertan de forma altruista, es de lo más loable que se puede hacer en la vida.

Amigo Miguel Ángel, además de escribir la mejor columna de El Masino en forma de «Charradicas» y de tira cómica con el amigo “Mañico”, parece que te da tiempo de otras cosas, también. Muchas felicidades a los futuros papás. De momento voy cumpliendo lo prometido, y allá va el tercer mes de colaboración.