Los
recintos escolares de cualquier localidad siempre han permanecido cerrados fuera
del horario lectivo. El motivo no es otro que el deterioro que sufren las
instalaciones al estar siendo utilizadas sin vigilancia y el respeto que merece
una institución al servicio de la educación de todos. Cuando los alumnos van a
hacer uso de ellas se encuentran con cerraduras atascadas, porterías tiradas
por el suelo, desplazadas e incluso rotas, etc... Eso sin contar los restos y
basuras de todo tipo que podemos encontrar.
A lo largo del presente
curso se ha intentado lograr una vieja aspiración concerniente a patio del
colegio: cerrarlo durante los fines de semana y las vacaciones, abriéndolo
solamente en horario de parque. Desgraciadamente y a fecha de hoy no se ha
solucionado el problema de la llave, ni de la persona responsable de abrir y
cerrar.
Han llegado las
vacaciones y todos somos conscientes de que son necesarios espacios para moverse
libremente y jugar, pero siempre respetando unas normas que faciliten la
convivencia entre todos.
El alumnado del
colegio, aunque no le gustara, había respetado la decisión de cerrar el patio;
incluso buscando alternativas como usar las pistas del complejo de la piscina.
Pero es muy lamentable
y vergonzoso que sean los propios adultos los que salten la valla del colegio
para ir a jugar al frontón o al fútbol. Parece increíble, pero es así.
Por esta razón, y ante
el mal ejemplo dado por estas personas, los alumnos mayores han
hecho lo mismo y por supuesto, los gamberros tampoco se han privado de ello,
destrozando, que es lo suyo.
¿Es esta la forma de
educar a nuestros menores sobre la resolución de conflictos?
Cierto es que a veces
esos problemas colman la paciencia, pero eso no debe sobrepasar el sentido común
y de responsabilidad. Los adultos y, siguiendo nuestro ejemplo, los niños,
debemos intentar solucionar el problema, no aumentarlo, proponiendo soluciones
alternativas y respetando siempre las normas que facilitan la convivencia, no sólo
las que se adaptan a nuestro capricho.