Documentos digitales
Ricardo Martín Mir

El contemplar la ingente cantidad de documentos almacenados por el GEMA, que se puso de manifiesto en el traslado a la nueva sede, me ha hecho reflexionar sobre la posibilidad de creación, almacenamiento y distribución electrónica de la documentación.

Cada vez más, libros, revistas y documentos diversos, se publican, se almacenan y distribuyen exclusivamente en soporte digital. Los disquetes, CD, DVD, etc., van sustituyendo al papel para tales menesteres. Y no sólo es el papel el que va cediendo su protagonismo. También las grabaciones de música, las fotografías o las películas se encuentran ya digitalizadas. Las ventajas son innegables. Querría resaltar dos: su pequeña ocupación de espacio y el poco dinero que cuesta su producción y distribución. Todo el archivo del GEMA digitalizado, cabría en una caja de zapatos. Además, sus libros y revistas se podrían producir en cualquier lugar, por ejemplo, con un ordenador portátil y algún elemento adicional como un módem, un scanner o una cámara digital. Internet, como ya se está comprobando en EL MASINO, ha de permitir que en todo el mundo se puedan consultar las publicaciones o el archivo del Grupo en cualquier momento y hacer copias o imprimir los documentos si se quieren guardar en papel. Los que hayan visto las páginas del GEMA en la Web, habrán comprobado las enormes posibilidades que este método proporciona.

Actual Archivo Histórico del GEMA en la nueva sede.

Todo esto que he contado, pienso que lo puede suscribir cualquiera que tenga un mínimo contacto con los ordenadores e Internet. Pero mis reflexiones me llevan un poco mas lejos. A lo largo de la historia, el hombre ha producido tal cantidad de escritos que hoy en día nos desbordan. Los primeros pergaminos dieron paso al papel, los manuscritos a la imprenta, los legajos a los libros y, a la gran mayoría, se los ha llevado por delante la humedad, el fuego, las guerras o el desinterés. Una pequeña parte de la información valiosa, se ha conservado debido a su calidad, popularidad o interés. Para ello, en muchas ocasiones, se ha tenido que preservar pasándola de un soporte a otro. Copiándola de pergamino a pergamino o imprimiéndola, reeditando los libros, etc. Por desgracia, en el camino se han ido perdiendo muchos matices de los textos que hoy en día serían de gran utilidad. Incluso se ha llegado a cambiar el sentido del escrito primitivo. Por eso, un original es de tanto interés para los investigadores.

Con el almacenamiento digital no se pierde información y no existe original, aunque alguna copia habrá sido la primera que se haya producido. Sin embargo, existe un problema muy grave a mi entender. Al cambiar los sistemas y programas capaces de interpretar el formato de la información, ésta puede resultar ilegible con el nuevo sistema y, desafortunadamente, estos sistemas y formatos cambian a una velocidad vertiginosa. Quien esté introducido en el mundo de los ordenadores, sólo ha de pensar en su evolución: MS-DOS, OS/2, Windows, LINUX, Word Perfect, Word en sus distintas versiones, dBase III, IV, Adobe, etc. Los documentos creados en uno de ellos, no pueden leerse en los otros con precisión y en el intercambio o traspaso de un formato a otro, si puede realizarse, suelen perder parte de sus propiedades. ¿Cómo será el panorama dentro de tan sólo 10 años?. ¿Podremos ver nuestras fotos o leer los libros electrónicos con los sistemas del futuro si no tomamos la precaución de convertirlos a los nuevos sistemas y formatos a medida que vayan apareciendo? ¿Tendremos que conservar nuestra vieja máquina y programas junto con nuestros documentos para poder usarlos en el futuro? Quizá sea necesaria una profesión de “arqueólogos informáticos” al igual que hoy existen paleógrafos capaces de interpretar los antiguos pergaminos y manuscritos, o arqueólogos especialistas en paleografía capaces de interpretar escrituras antiguas, como la egipcia o ibérica.

Durante la última década, un creciente número de bibliotecarios, archiveros e investigadores, han tomado conciencia de la preservación a largo plazo de los documentos digitales para que puedan ser interpretados en el futuro tal como se hace hoy en día. Algunos arguyen que haría falta una especie de Esperanto en los ordenadores. Un sistema de salvaguarda que pueda leer y presentar los formatos actuales y los cientos que surjan nuevos, en una forma simple y estándar, que pueda ser emulada en cualquier ordenador. Dr. Raymond Lorie, un investigador del Centro de Investigación Almaden de IBM en California, ha propuesto un sistema que espera llegue a ser una especie de “lingua franca”. Para ello, ha desarrollado un prototipo de “computador virtual universal” con una arquitectura y lenguaje diseñados para ser tan lógico y accesible, que los que desarrollen ordenadores en el futuro podrán escribir instrucciones para emularlo en sus máquinas. Este prototipo, lo ha descrito en una serie de artículos técnicos en los últimos años y ha demostrado el sistema en la National Library holandesa.

El futuro, no muy lejano, nos irá descubriendo como evoluciona tan importante asunto que implica en el mundo a millones de documentos de todo tipo. Entre tanto, en el GEMA se ha de trabajar con la preocupación constante por este problema. Una buena política puede ser la de guardar la información de gran importancia en más de un formato, por ejemplo, en uno “ligero” como el PDF de Adobe, que ocupe poco disco, y puede usarse para el intercambio de información, y en otro más “pesado”, que, en el caso de fotografías o documentos escaneados, puede ser BMP o mapa de bits. Además, se ha de estar al corriente de las innovaciones tecnológicas para que, periódicamente, se trasfieran de forma masiva todos los documentos identificados como críticos de un soporte a otro actualizado. Si nos paramos a pensar, esta última tarea sería una semblanza del trabajo de los monjes copistas de la Edad Media.