Charradicas
Miguel Ángel Royo Sorribas

El próximo día dos de marzo Doña Pabla cumplirá noventa y un años, y todavía conserva la misma sonrisa y canta las canciones del “morito pititón, de nombre Virulí, ha revuelto con la sal, la sal y el perejil, perejil don dón”, y también la de las hormiguitas por San Juan que les tiemblan las patitas, y como no, las canciones del mes de mayo como aquella de “venid y vamos todos con flores a María”. La mitad de su vida la pasó enseñando a leer y a escribir con su bonita letra a tres generaciones de niñas y niños en las escuelas masinas. Recuerda que llegó aquí con veintidós años y empezó a enseñar ella sola a las niñas en las escuelas que había en la plaza. Después llegaron dos maestras más para ayudarla, se inauguró el nuevo colegio, y compartió la docencia con Don Joaquín Cardona, Don Felipe Nadal y su marido Fernando Alegre, que daban clase a los chicos. Doña Pabla recuerda emocionada la gran fiesta que le hicieron cuando se jubiló a los setenta años. Ahora está en su casa de Alcorisa, en calle de la Virgen, treinta y dos, con su hija Isabel, que a pesar de haber vivido tanto tiempo en el Congo se considera ante todo muy masina. Isabel nos agradece a los de EL MASINO que hayamos vuelto a nuestros orígenes; le gusta que pongamos muchas fotos y que comentemos más las fiestas, pues hubo un tiempo en el que sólo salían los plenos del ayuntamiento. Y se pregunta si todavía continuarán llegándole ejemplares atrasados a su dirección africana, porque estaba acostumbrada a recibir la mochiganga en sanagustín y las fotos de las carrozas en sanantón.

Precisamente el número del mes pasado llegó con retraso a todo el mundo, como si lo hubiéramos impreso en una imprenta congoleña. Lo cierto es que se imprimió en el lugar de costumbre, en Tramax de Alcañiz, aunque en este viaje se nos durmieron más de la cuenta. Gracias a que funcionó bien la página de internet www.elmasino.com el número de enero se difundió rápidamente y a mucha gente, pues ahora hasta la Joaquina que vive en la Foya, carretera de Calanda, kilómetro dos y medio, sabe que en la biblioteca se puede navegar pagando una miajica.

Santagueda fue un éxito, con muchas mujeres de todas las edades, mucha animación y mucho frío en el Palomar. Solo faltaron en la fiesta las mujeres árabes, que todavía no se integran en nuestras costumbres. Otros años había palo a los hombres que acudían a la discoteca Los Casales a meter follón, pero ahora hay muy buena armonía y educación entre ambos sexos; unas mujeres pidieron permiso y todo al señor cura para mantearlo y él accedió de buen grado. Tres amigas de Patricia, nuestra amiga del GEMA, representaron un espectáculo muy gracioso en la línea del club de la comedia. Debe ser que este año hacía mucho frío para traer boys a enseñar la minga.

Está tan sumamente destrozado el suelo de la calle Santa Lucía que se ha pensado en volverla a hacer nueva en los Llanos, aunque dado el coste que ello supondría por poco más que dé la DGA de subvención se puede hacer allí el pueblo entero con nuevo campo de aviación y todo, para que aterricen cuando quieran los aviones reactores que no paran de pasar rozando la veleta de la torre. La calle vieja de Santa Lucía, o el pueblo entero en su caso, quedaría así sin arreglar para siempre, como el Belchite bombardeado, para que las generaciones futuras pudieran darse cuenta de que en el siglo veintiuno había todavía viales de la Edad Media para atrás.