FELICES NAVIDADES
 

En Navidad celebramos que Dios se pone a la cola para empadronarse en nuestra tierra.
Dios nace aquí.
Dios se hace carne.
Un niño es Dios.
Dios se hace hombre. Nace. Necesita pañales. Duerme en un pesebre. Llora y sonríe.

El hombre está salvado porque uno de nosotros es el Hijo de Dios.
En Belén nace la humanidad nueva.
Ha nacido un salvador y no se dió para encontrarlo otra señal que ésta: "Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre".

Estamos salvados y éstas son las señales de la salvación:
los niños que nacen,
la ternura de los padres,
la alegría de los jóvenes,
la bondad de los ancianos,
la paciencia de los enfermos,
la generosidad de los voluntarios,
el coraje de los que luchan por la paz y la justicia,
la lealtad de los amigos,
la solidaridad verdadera...

Estamos salvados porque, "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaba tierra de sombras y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado que pone en nuestras manos la paz".

Isaías, 9.

Estamos salvados pero queda todavía mucha tarea. Las luces del Belén son intermitentes y nos avisan que hay sombras de muerte en nosotros y en el mundo.

El misterio de la Navidad pone en nuestros corazones la fuerza de la salvación y nos da luz para ver las señales del camino de la alegría.

El Niño Jesús es el Divino Infante. Infante es aquel que todavía no habla, es la señal silenciosa de salvación que hemos de encontrar en cada persona, en cada situación.

¡Felices Navidades!