OLOR A PURINES
Oli

De vez en cuando nos vemos envueltos en un aroma ante el cual no se escapa nadie: los purines.

Sales a la calle y un perfume embriagador te recuerda que estás en un pueblo con encanto. Y la verdad que el Mas es, y ha sido siempre, un pueblo con encanto, ya que las virtudes de un pueblo rural las hemos disfrutado desde siempre. Entre ellas los olores a cerdos, vacas y pollos; y las calles muestran el inconfundible paso de las ovejas. Es el tributo que debemos pagar por vivir lejos del mundanal ruido.

Pero, ¿no sería posible un mínimo de responsabilidad para con nuestros convecinos?; ¿No sería demasiado pedir que los poseedores de tan preciado aroma pensaran en el resto de masinos?; ¿No sería posible que los campos donde se echa el purín se labraran cuanto antes? –al menos los más cercanos al pueblo-.

Sabemos que somos un pueblo rural, que todos vivimos de la agricultura y la ganadería. Comprendemos que los animales también expulsan (no todo va a ser engordar). Pero un mínimo de vecindad y responsabilidad también se puede pedir; y confiar en que a quienes corresponda algo harán. Sólo se pide un poco de conciencia ciudadana; un compromiso de buena convivencia: estamos todos en el mismo lugar y que el espacio y el aire que respiramos es para todos, no propiedad de unos pocos.