Escudriñar en tus ojos
la ausencia de la amargura...
esa es mi felicidad.
Descubrir que entre tu pelo
se oculta la noche oscura
se esconde un día insaciable
se esconde un día insaciable
el niño siempre irascible
o esa calma agobiante
por tranquila e inamovible
me da un tímido reflejo,
y al tiempo,
lo más asequible
de la idea que yo tengo
de lo que es... la eternidad.

Y surgirán (sin duda)
otros versos y otras formas
que intentarán
poner la herrumbre
a lo que un día
fue sinrazón
de búsqueda sin acierto
tampoco desconcierto
de encontrarle
a la memoria
un buen rincón.

Te enfrentaste a los cincuenta
sin vendas
con que ocultar
heridas de los cuarenta
imposibles de curar
sin más manos
que dos... las tuyas
que jamás podrán frenar
el cauce del desespero
del que sabe que se va
pero tan ciego y tan necio
que no ve
que ya no está.