SIEMPRE EL TIEMPO

Comenzaron las fiestas con la incertidumbre de cómo nos iría con la climatología. Los medios de comunicación ya nos auguraban fuertes tormentas, que nos creíamos a la vista del desastroso verano (entre comillas) que estamos a punto de finalizar. La presentación y las carrozas las pasamos con notable alto, pero la suelta de vaquillas no quedó más remedio que suspenderlas: a las seis y media de la tarde volvíamos a las andadas del barranco, como si del ‘sexeni’ se tratase. Pero durante el resto del siglo XXI podemos estar tranquilos: ya no se volverá a salir el barranco. Sí, hace solamente seis años que se desbordó, pero eso ya fue la riada del siglo pero del XX; con que para este ya tenemos bastante.

A parte de las consideraciones de que si el calentamiento global del planeta y de las grandes previsiones meteorológicas a nivel mundial que se favorecerán de los flamantes satélites que se han colocado en órbita, deberíamos pensar en pequeño, a nivel local, y cómo nuestras pequeñas actuaciones a lo largo de los años se nos vuelven en contra: talas de árboles, eliminación de calzadas, convertir en tierra de labor los cauces naturales del agua... Todo eso que ha conllevado a que las avalanchas de agua descargadas por las nubes y gracias a la velocidad destrocen todo lo que le viene al paso. Y por otro lado las actuaciones que hacemos para intentar evitar estas ‘barbaridades’ de la naturaleza. ¿Es posible que.....NADA?

Para comenzar, podríamos comenzar por limpiar los cauces de agua, quitar los troncos secos que quedan abandonados a las orillas de los bancales, plantar alguna que otra carrasca, algún pinico... y alguna idea que puedan dar los ingenieros.

Un poco de concienciación individual no nos iría mal. Y tal vez otra tromba de agua no nos haga temblar...