IMPRESIONES DE UNA JOVEN MASINA EN LAS ANTÍPODAS
Andrea Espada Figuerola

A mis 18 años recién cumplidos nunca se me había pasado por la cabeza que algún día viajaría al otro lado del mundo, pero lo he hecho, ¡y de qué manera! Todo y que soy hija de masina, vivo en Mataró, y un día llegaron a mi colegio las bases de un concurso estatal de redacción en inglés. Se trataba de escribir un relato en este idioma sobre Nueva Zelanda, y probé suerte dándole un toque de humor al escrito, y cuál fue mi sorpresa que ¡me dieron el primer premio! Un viaje a Nueva Zelanda de un mes con todos los gastos pagados, incluidas clases de inglés, actividades, visitas culturales, etc.

El 27 de Junio cogí el avión hacia Madrid, donde conocí a todo el grupo español, del que guardo muy buen recuerdo, y partimos hacia Auckland, la ciudad donde iba a pasar todo el mes. ¡Me esperaban más de 24 horas de vuelo! Éste fue el único inconveniente del viaje… Bueno, y que mientras aquí era verano, allí era invierno, o sea que mi maleta iba llena de ropa de abrigo. El invierno de Nueva Zelanda no es como el de Teruel, pero se nota bastante.

Mi familia adoptiva en AUCKLAND (Nueva Zelanda)

Estuve todo el mes de Julio conviviendo con una familia: el padre, de origen escocés, la madre, filipina, y una niña de 7 años (gran amante de los conejos, por cierto, y que se negaba a creer que en España nos los comemos). Aparte de la familia había otro inquilino en la casa: un chico tailandés de mi edad que me ayudó mucho a orientarme por la ciudad los primeros días. A él le debo no haberme perdido más veces por esas tierras… Los dos estudiábamos en el mismo colegio, con el grupo de españoles y otro de orientales. Éste es un rasgo que me impactó bastante al llegar a Nueva Zelanda, la cantidad de gente asiática que hay estudiando inglés. Debido a esta multiracialidad que hay, existen muchas religiones diferentes, pero las mayoritarias son la católica, la anglicana y la presbiteriana.

Tanto en la academia como en la casa me trataron fenomenal, y ¡la comida era buenísima! No eché de menos la comida mediterránea ni las tortas de alma, porque la buena mujer me hacía un pastel diferente casi cada día (sobretodo de kiwi). Se interesó mucho por la cocina de aquí y por las costumbre de España en general, me dieron las gracias por haberles dado a conocer el país y me prometieron que me visitarían pronto (si es verdad, los traeré al Mas).

La ciudad donde residí, Auckland, es la segunda ciudad del mundo más grande, en extensión, o al menos eso es lo que me comentó mi profesor. También es la ciudad más grande de Nueva Zelanda, con un millón de habitantes, mientras que la capital, Wellington, tiene tan sólo 300.000 (ambas se encuentran en la isla norte). El centro de la ciudad, donde estaba mi colegio, quedaba bastante lejos de mi casa, a una hora en autobús, más o menos. La mayoría de las casas son grandes y de una sola planta, con grandes extensiones de jardín. ¡Son preciosas! El nivel de vida es bastante alto, y la mayoría de la población trabaja en el sector de servicios, aunque también hay bastantes agricultores y ganaderos. Vamos, como el Mas, pero a lo grande.

En este exótico país todavía se pueden encontrar indígenas Maoríes. Todo y que están perfectamente adaptados a la sociedad moderna, aún ofrecen conciertos al público y muestran la forma de vida que tenían sus antepasados. Hace tan sólo unos 200 años, más o menos, que Nueva Zelanda fue colonizada por los británicos, pero la gente ya ha perdido sus costumbres y los neozelandeses han desarrollado un estilo de vida propio. Es increíble la rapidísima evolución que ha sufrido este joven país en tan poco tiempo.

Otro atractivo de estas islas es la gran diversidad de paisajes: playas paradisíacas, geisers o montañas nevadas perfectas para esquiar, ya que la isla norte tiene mucha actividad volcánica, mientras que la sur tiene lagos y glaciares. También hay grandes extensiones de selvas y bosques, y en estos lugares fue donde se rodó la famosa película “El señor de los anillos”. Esta variedad permite practicar muchos deportes de aventura como escalada, esquí, surf, submarinismo, rafting… actividades por las que es famoso este país.

Para finalizar, animo a todo aquel que tenga la intención de visitar este precioso país a que lo haga lo más pronto posible, porque vale la pena, y seguro que va a vivir una experiencia inolvidable, os lo dice una entusiasta viajera.

Algunos compañeros de viaje