CON OTROS OJOS
Concha García Giner

No sé si a vosotros os habrá pasado, pero yo alguna vez me he preguntado como nos verán personas de otros países, otras culturas o incluso de regiones lejanas de nuestro propio país, cuando por primera vez recalan en nuestro pueblo.

Pues bien, el pasado 7 de julio y sin buscarlo encontré la respuesta a mi pregunta.

Eran las cinco de la tarde, yo estaba tranquila leyendo en la piscina, a 3 metros de mí, una pareja joven tomaba el sol, por su acento yo diría que andaluces o extremeños (es lo de menos). En ese momento sonó un teléfono y una agradable voz de mujer contestó.

Por las respuestas que involuntariamente escuché deduje una conversación que trataré de transcribir lo más fielmente posible.

—¿Qué tal estáis?

—Bien, un poco cansada, terminando de pintar y acondicionar todo.

—¿Cómo es el pueblo?

—Bueno, ni grande ni pequeño, tiene varios supermercados pequeñitos, varios bares, alguna tienda de ropa y de cerámica. No tiene cine, pero en general, está bien. Las casas son muy extrañas, no se parecen en nada a las de nuestra tierra, todas blancas y más o menos igualitas. Alfredo (nombre supuesto del marido) me dice que se parecen a las casas de Portugal.

—¿Habéis salido a ver los alrededores?

—Hemos salido hasta Calanda y Alcañiz, que son pueblos próximos. Alcañiz mucho más grande, con cines y discotecas. Y cuando veníamos pasamos por Alcorisa, que también es grande y además de camino hacia aquí, en la carretera, vimos señales de tráfico de las que indican nieve.

—¿Hace frío?

—Ahora no, estamos en la piscina, ¿no oyes el ruido del agua?. Es domingo y estamos muy poquitos, pero anoche (6 de julio) salimos a una de las plazas del pueblo, donde sale la gente a sentarse en las mesas de los bares, si que hacía frío, yo no sé en enero qué será esto.

—Queremos ir a visitaros, ¿podemos?

—Espero que todos los que decís que vais a venir, lo hagáis, la casa está muy bien, tiene tres dormitorios, baño, cocina, comedor y garaje, así que para nosotros nos sobra, venid pronto. Además tengo calefacción en todas las habitaciones.

—¿Calefacción de gas ciudad?

—No, de bombona, aquí no ha llegado eso.

—¿Cómo es la gente?

—Aún no la conozco mucho para opinar, pero hay cosas curiosas, tienen una forma brusca de hablar y contestar y por todo el pueblo hay altavoces, cuando hay algo de interés general lo dicen por ellos; el otro día anunciaron que había una plaza vacante para la oficina de turismo, que todo el que estuviese interesado que se pasase por el lugar de selección. A veces suena música de pasodoble, como en los toros, y pregonan que hay que vacunar a los perros a las 8:30 en el matadero, y con otra música anuncian cosas de las tiendas, como que en el supermercado "Tal" tiene pescado fresco, pues no lo hay todos los días.

—¿Cúando son las fiestas?

—En agosto, creo que para el 22 ó 23, me han dicho que hacen toros en la plaza principal, pero no para torear como en nuestra tierra, sino para que salga la gente a correr, porque no es una plaza de toros, es la plaza del pueblo, supongo que cerrarán las calles de alguna manera, pero no se podrá ver gran cosa, digo yo, en fin, no lo sé.

—¿Cómo se llama el pueblo?

—Mas de las Matas, pero aquí todos dicen que son del Mas, lo llaman "El Mas". Bueno, ya hemos hablado un buen rato, chiquilla, a ver si un día de éstos termino de recoger y organizar la casa, y te llamo yo. Recuerdos a todos, un abrazo y hasta pronto. Venid a verme.

Hasta aquí la conversación. En algún momento de la misma me entraron ganas de intervenir, pero no lo hice. Lo cierto es que me rondaba por la cabeza y me di cuenta cómo cosas que por verlas desde siempre nos parecen normales y lógicas, pero sin embargo a los ojos de ajenos pueden resultar extrañas. Lo que realmente me sorprendió fue oír que tenemos una forma brusca de hablar y contestar, pues nunca lo había pensado, pero ahora con calma veo a Aragón, para mí hermosa tierra, un poco dura y forjadora del carácter de sus gentes, que somos nobles y quizá un poco bruscos, pues por algo llamamos al pan, pan; y al vino, vino, y cuando nos falta el agua decimos no al trasvase, para así poder regar nuestras tierras que se mueren de sed y traer las industrias que ayuden a levantar tanta casa caída. Como dice la Ronda de Boltaña: "Somos un pueblo de agua en un seco país, abrazados a un río queremos vivir".

Mi querida pareja de forasteros, que seáis bienvenidos a éste mi pueblo, Mas de las Matas. Espero que poco a poco nos vayáis conociendo y os podáis adaptar a nuestras costumbres y tradiciones.

Si esta carta sale a la luz una vez pasadas las fiestas de agosto, ya nos conoceréis algo más y quizá nos comprendáis un poquito mejor, pero si sale antes de las mismas y esta carta llega a vuestro conocimiento, mis queridos forasteros, en la peña La Coronilla seréis bien recibidos.