Queridos masinos:

Con motivo del fallecimiento de mi esposo Mariano Royo Monterde y ante la impotencia de agradecer uno a uno, como yo quisiera, la asistencia a su sepelio, quiero a través de este medio, poder darles las gracias, sinceras y cariñosas, ya que en esos momentos me sentí muy acompañada y orgullosa de ver que todo aquello que Mariano sentía por su pueblo, su pueblo estaba ahí para decirle su último adiós.

No sé cómo poderos explicar el amor tan enorme que Mariano sentía por su pueblo y por sus gentes. Cuando vivimos veinte años en México, todos nuestros amigos sabían vida y milagros de Mas de las Matas. Su conversación preferida siempre fue su pueblo, sus costumbres, sus comidas, todo cuanto hacían sus gentes. Ya conocéis que en Mariano cualquier conversación se convertía en algo agradable de escuchar.

Mi hijo David en un momento duro de desconsuelo, me dijo: "Papá ha muerto sin sufrir, en su casa, con toda su familia, su pueblo y sus gentes, es como si tuviera un pacto con Dios."

Mis hijos David y Beba y yo jamás olvidaremos el amor que vimos ese día en el pueblo de mi esposo.

Os quiero.