MAYO
Antonio Serrano Ferrer

Por la tarde en la escuela subimos al piso de las chicas y rezamos el Mes de las Flores. ¡Qué bien nos sabemos el «Venid y vamos todos»!. Hace unos días preciosos. Es el tiempo de jugar al beli, al mortero, de confeccionar los esclugidores. A mí me encantan las colecciones de cromos. Por 30 céntimos te dan un sobre y el abrirlo tiene el encanto del misterio, de esperar ése que te falta. Ya he completado uno de razas humanas, otro de maravillas del mundo y me faltan algunos en el de la historia del automóvil.

Nos invitaron a la familia a una boda. A la salida de la iglesia cogí caramelos, luego fuimos a casa de los novios a tomar unas pastas. Un amigo «despistó» una botella de licor y nos fuimos a las escuelas esperando la hora del recreo para invitar a los compañeros. Después acudimos al baile donde los mayores habían estado toda la mañana. A la hora de comer nos colocaron a los niños en el perche. ¡Qué buena estaba la sopa!. Y el pollo sabía a gloria. Por la tarde fuimos de nuevo al baile hasta que se hizo de noche.

A la hora del recreo se ha corrido la voz de que ha venido el «Regalisié». Se ha colocado en la parte exterior de la escuela y allí ofrece su regaliz de palo. Cada uno se las agencia como puede para poder adquirir al menos unos trocitos. Algunos compran con monedas de céntimos. Los más practicamos el trueque como tantas veces se ha hecho en la historia. Unas patatas, unas panizas nos permiten disfrutar de ese sabor dulzón de la regaliz. ¡Qué poco necesitamos para ser felices!.