Madre mía, madre mía, qué noche la de ese día; aunque en realidad fue el día entero de nervios, peluquerías, prisas, güetes, vermuticos, charanga, misa, comida y cena. Pero por si fuera poco, también nos invitaron a un parque infantil, juvenil, tercera edad con su trenecico y todo, trenecico que han decidido jubilar al descarrilar en una costera arriba, debido al exceso de peso que sufría.

Ni la Rosa, ni el Bisbal, ni la Chenoa, me quedo con esta junta y sus colaboradoras, con las juntas de años anteriores y con las que tengan que venir, que gracias a sus esfuerzos nos hacen pasar una velada inolvidable, comentada posteriormente en la cola del pan y en el merecido café que algunas compartimos por las mañanas.

A punto estuve de nominarlas para que no abandonaran la academia "del Palomar".

Todo lo que sucedió después de la cena y antes del baile, queda para nosotras, los camareros y la Orquesta Camaleón. ¡Ah, y para un jetilla "despistado" que creyó "inocentemente" que al café y a los licores, incluyendo la gaseosa, imvitábamos las mujeres.

Muchas gracias a todas y hasta el año que viene.

Estas líneas están dedicadas en parte para Milagros, Cari, Maribel, Rosa Mari, Eva y Pili. Celebrad vuestra salida con una merecida cena y después lo que se tercie.